Mis compañeras de piso liberan a la bestia Cap.2 - Relatos Eróticos

Mis compañeras de piso liberan a la bestia Cap.2

Mis compañeras de piso liberan a la bestia

Capítulo 2: El plan de Mya y Elena

No recordaba haber soñado nada, pero me desperté sudando de calor. Una erección desafiante me tensaba el pantalón del pijama, y sentía una presión extraña en el pecho, como si algo hubiera pasado y yo no estuviera al tanto.

Me vestí y fui a la cocina. Sofía estaba allí, fregando algo en la pila y con pinta de haber dormido poco. Tenía la piel más pálida de lo normal y cierta inquietud en su mirada.

—¡Buenos días Sofía! ¿Qué tal has dormido?

Dio como un respingo antes de contestar.

—Hola Mikel... bien, bien... Ya terminé de desayunar, hablamos luego.

Se fue. Parecía que evitaba mirarme directamente a los ojos. ¿Qué le pasa a esta ahora? La complicidad que teníamos ayer se había esfumado. Habré hecho algo que le ha molestado...

Llevaba un rato con el café en la mano, mirando al vacío, cuando Sofía volvió a la cocina. Se sentó enfrente, y noté que jugaba con los dedos para disimular su nerviosismo. La saludé con una sonrisa que pretendía ser casual, pero sus ojos me decían que algo había pasado.

—Oye, Mikel… anoche tuve un sueño. Muy intenso. Y creo que tú… estabas ahí. Pero no estoy segura si algunas partes fueron reales o solo parte del sueño ¿Viniste a mi habitación en algún momento? —preguntó directa, clavándome la mirada.

Me la quedé mirando, no me lo creía ¿de verdad me estaba contando que había tenido un sueño erótico conmigo? ¿o la estaba malentendiendo? Hablaba ...

... como si de verdad creyera que yo podía haber estado allí físicamente. Y parte de mí deseaba haber tenido esa oportunidad...

—Vaya Sofía, me siento intrigado. Diría que no me moví de mi cama en toda la noche —contesté con una sonrisa, intentando quitar hierro al asunto, pero ya casi estaba empezando a dudar.

—Entonces... quizás fue solo un sueño — murmuró con alivio, pero también con cierta decepción. Sus ojos se desviaron, y entendí que algo se le estaba moviendo por dentro.

— Bueno hay una cosa... pero no creo que pasara... A veces mi familia y alguna pareja me han dicho que soy sonámbulo. Que me levanto y hago o digo cosas raras. Al día siguiente no me acuerdo absolutamente de nada, como si fuera otra persona.

Sofía parpadeó, procesando la revelación de Mikel. Se mordió el labio, como debatiéndose sobre si debía seguir preguntando.

— Entonces... ¿crees que en uno de esos episodios de sonambulismo podrías haber entrado a mi habitación y haber dicho o hecho algo?

—Ehh... Podría ser. Según me han contado he hecho cosas parecidas. Si ha sido así, de verdad que lo siento. Seguro que te pegué un susto terrible.

—No te preocupes, Mikel. Cada vez estoy más convencida de que todo fue cosa mía —dijo, como si repasara las imágenes en su cabeza y quedara atrapada ahí unos segundos. Cuando volvió en sí, se le encendieron las mejillas, apurada quizás por haber proyectado algo demasiado íntimo.

—Olvídate Mikel —dijo volviendo a su tono habitual, más cálido —es que ...