Mis compañeras de piso liberan a la bestia Cap.2 - Relatos Eróticos

Mis compañeras de piso liberan a la bestia Cap.2

... perfume.

—Terror psicológico. Muy intensa.

—Sí… me está dando escalofríos —añadió Lucía, frotándose los brazos.

Sofía seguía callada, perdida en la pantalla, pero con esa expresión que no sabía si era concentración o algo más. Yo también estaba pensando en otra cosa, concretamente en Sofía. Estaba casi seguro de que la complicidad que teníamos no era casual, creo que ella estaba interesada en mí. Sabía que lo adecuado era no seguir el juego, que ella notara que no había opción. Pero, por otro lado, quizás... quizás por jugar solo un poco más no estaba haciendo nada malo. Mi conciencia debería estar tranquila.

Y una vez engañada mi mente, mi cuerpo actuó.

—Os advierto que soy muy miedoso —bromeé—. Voy a la cocina a por algo de beber. Sofía, ¿me acompañas? Creo que con esta película ya no me siento seguro yendo solo.

Ella dudó una fracción de segundo, como si no esperara que la eligiera, y luego se levantó. —Claro… vamos.

Las miradas del resto nos siguieron hasta que salimos del salón.

Ella me siguió con una sonrisa tensa. La cocina conectaba directamente con el salón, así que la intimidad para una conversación era bastante relativa. En cuanto cruzamos el umbral, algo cambió en el aire, la tensión de estar compartiendo quizás un momento íntimo. Sofía se apoyó contra la encimera, los brazos cruzados. Alumbrada únicamente por la bombilla de la campana extractora. Se mecía ligeramente, nerviosa.

—¿Te molesta que te haya llamado? —le dije.

—No, claro ...

... que no —respondió, bajando la mirada—. Solo... es raro.

—¿Qué es raro?

—Todo esto. Nos conocemos de apenas dos días. Y sin embargo... aquí estamos.

Las palabras parecían inocentes, pero capté la intención como un latigazo. Sofía me estaba lanzando una advertencia: “no juegues conmigo”.

—Si, está siendo muy intenso ¿no? Quizás me pasé de la raya con la canción de ayer. Te noté afectada.

Asintió. Tardó un segundo en responder.

—Mucho. Me recordó a algo que creía que ya había superado. En ese momento no paraba de escuchar esa canción. Una y otra vez. Esa mezcla de melancolía y resignación...

—Siento haberte llevado a un lugar oscuro.

—No es eso. Es que no había conocido a nadie que tuviera gustos musicales parecidos a los míos. Y bueno... cuando la tocaste, algo hizo clic. Y pensé... “este tío me entiende”.

Sonreí.

—Por una canción.

—Son más cosas. Y lo sabes...

Nos quedamos callados un momento. Ella no me miraba, pero sus labios temblaban al hablar.

—No sé qué está pasando —susurró—. Pero sé que no debería pasar.

De pronto estaba en terreno peligroso, justo lo que no quería. El jugueteo inocente se ve que no es lo mío. Y ahora tenía que reconducir esto y tragarme el momento incómodo que yo mismo había generado.

—Sí. Es... complicado. Como dice la canción, el amor ya me destrozó una vez, y esta vez quiero hacerlo bien con Paula. Estamos proyectando una vida juntos, aunque ahora tengamos que estar separados un tiempo. Perdona Sofía si ...