El precio de ser yo - Capítulo 1 (Introducción) - Relatos Eróticos

El precio de ser yo - Capítulo 1 (Introducción)

... forma de una pequeña melena lisa por debajo de las orejas, a él le encantaba besarme, tocarme la cara y el pelo y decirme lo guapa que era así, que nunca había visto a un chico tan guapo y femenino como yo. Solía repetirme que era muchísimo más guapo que todas las chicas con las que había estado, lo cual me alegraba e iba calando en mi autoestima.

Sin buscarlo, en poco tiempo, de ser virgen y un chico solitario y tímido, me convertí en lo que la gente llamaría una buena puta, al menos dentro de la intimidad de los encuentro sexuales y furtivos. Estoy seguro de que ni las putas del puticlub de carretera eran capaces de hacer lo que yo hacía con mi boca y mi culo. Siempre pensé que si los garrulos del bar lo descubrían, seguro que más de uno se quedaría loco y ordeñado sin pensarlo por mí en vez de gastarse el dinero en puticlubs.

Los meses pasaron rápidamente y todo iba genial con Marcelo hasta que, una noche, tras haberme follado brutalmente contra un árbol a las afueras del pueblo y haberme llenado de leche dos veces el culo, me dijo, de camino a mi casa, que tenía que volverse a Badajoz sin falta porque iba a ser padre e iba a empezar a trabajar en la empresa donde curraba su suegro. El cabrón me llevaba empotrando varios meses y no me había dicho que tenía ya dos hijos y otro en camino con su novia. Con cierta tristeza por la noticia, se la chupé en el coche, antes de llegar y nos despedimos con promesas de intentar volver a vernos.

Él se fue finalmente y yo me ...

... quedé en el pueblo otra vez, solo. Sin embargo, indudablemente, ya yo no era el mismo de antes. Ya no hablo solo de todo lo que había aprendido sexualmente, sino que los meses con Marcelo, los momentos de intimidad y de compartir sentimientos con él, habían despertado en mí, sin quererlo, una voz que llevaba años silenciando y que había dejado de ser un susurro ahogado y se había convertido en grito desesperado: me gustaba ser y actuar como una mujer. Desde ese momento, supe cuál era mi destino y también que tenía que luchar por él. No obstante, era consciente de que en ese pueblo jamás podía ser yo mismo y tenía que salir de ahí como fuera. Mi familia era muy conservadora y no lo entendería jamás, por lo que tenía que alejarme de ellos y empezar mi nueva vida en otro lugar.

Ya yo, en ese momento, tenía 17 años, estaba en 2º Bachillerato, me quedaban pocos meses para acabar el instituto y era consciente de que estudiar en la universidad podía ser la vía perfecta para explorarme y conocerme mejor lejos de mi pueblo en una gran ciudad, como Madrid o Barcelona, donde nadie me reconociera. Por ello, me esforcé por estudiar para conseguir una buena beca que me acercara a mi objetivo ya que mis padres eran muy humildes y no tenían mucho dinero. Pero, a pesar de la beca, vivir en Madrid o Barcelona era demasiado caro, mis padres no podían permitírselo y así me lo hicieron saber en diversas ocasiones en las que hablamos del tema. Yo, cada vez que lo hablábamos, prácticamente se lo ...