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Virginia O.
Fecha: 29/10/2025, Categorías: Confesiones Autor: MartinyMarcela, Fuente: CuentoRelatos
... sentir eso de “Chiquita pero Juguetona”, era tal cual. Ni bien lo sentí en mi interior me hizo perder la cordura. Con semejante previa más esto Hernán me estaba matando de placer, la sentía entrar y salir y en cada ida y venida me rozaba el clítoris que estaba más firme y duro que nunca, yo me lo tocaba y él por detrás se animó a descubrir mi ano que me lo humedecía con mis propios jugos. Sinceramente me lo estaba haciendo tan tremendo como hacía tiempo que no disfrutaba de tal modo. Por suerte la casa estaba vacía y las casas linderas deshabilitadas porque empecé a gemir. No pude contenerme y tuve un orgasmo tan apasionado que me hizo temblar y poner los ojitos en blanco como si estuviese poseída por esa pija que no medía más de ocho centímetros de longitud pero que logró en menos tiempo lo que aquella enorme de mi novio demoraba más. Cambié de posición y me volví a poner sobre Hernán, pero cara a cara. Con mis movimientos de caderas me sentí tan libre y feliz como cuando era más joven y andaba a caballo en el campo de mis padres y el viento me daba en la cara. Y otra vez lo inevitable: al introducir su miembro me rozaba y yo al subir y bajar con movimientos rítmicos estaba más que loca clavando mis muslos en sus caderas deseando que no se termine nunca. Él estaba gimiendo de placer, mordiéndose los labios y aguantando, se notaba. No quería acabar aún, porque los dos tan conectados deseábamos que ese momento tan intenso no termine . Hernán hacía todos los ...
... esfuerzos para prolongar al máximo esa cogida y lo estaba logrando, yo no sé cuánto tiempo estuvimos en esa misma posición, pero me hizo acabar dos veces más estando arriba suyo. Como lo estábamos pasando tan bien no se me hizo eterno, al contrario, daba la sensación que el tiempo se había detenido, lógicamente todo tiene un principio y fin y en un momento se desbordó dentro del preservativo. Lo llenó con su leche y a mí de felicidad. Rendidos por el cansancio creo que nos tiramos al sofá, mucho no lo recuerdo. La cosa es que tiempo después alguien golpeó la puerta y nos despertó. Eran los chicos que volvían de la playa y mucho no tuvimos que explicarles porque se dieron cuenta por el desorden que Hernán y yo estuvimos “juntos” por así decirlo. Con los chicos hicimos las paces y Hernán se ganó el respeto de esos cuatro inmaduros burlones. En tanto ellos en la playa no perdieron el tiempo y formaron dos parejas: Liz y Diego y Magui con Andrés. Y como era nuestra última noche en la Costa decidimos no salir y cada quien con su pareja en sus habitaciones cogimos como nunca. Los gemidos eran como una orquesta sinfónica y modestia aparte yo fui la más expresiva de todas jaja. Al otro día volvimos en ómnibus a nuestra rutinaria vida. Todos en pareja, abrazos y muchos besos en el micro de doble piso como si fuésemos estudiantes en un viaje de egresados. Hicimos un juramento los seis de no decirles nada a nadie y así fue. Ya en Buenos Aires al día siguiente cada uno en la ...