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La pijamada de mi hija
Fecha: 30/10/2025, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Perverx, Fuente: SexoSinTabues30
... me desabroché el pantalón del pijama y lo dejé caer al suelo. Mis calzoncillos abultados eran una prueba tangible de mi excitación creciente. Los bajé con rapidez, liberando mi erección dura y palpitante. El aire frío de la noche erizó mi piel, pero la sensación se mezclaba con un calor intenso y focalizado. Volví a centrar mi atención en la niña. Sus pequeños pechos, casi invisibles, me provocaban una punzada extraña, una mezcla de morbo y una oscura ternura. Sus piernas delgadas y sus pies diminutos parecían increíblemente frágiles. Continué desvistiéndola con una lentitud deliberada, disfrutando de cada centímetro de piel que quedaba al descubierto. Quité con cuidado la parte de abajo del pijama, deslizándola por sus caderas estrechas y sus muslos suaves. Ahora estaba completamente desnuda, tendida sobre el improvisado colchón de almohadas bajo la luz fantasmagórica del unicornio. Su cuerpo infantil era una tela en blanco donde mi mente proyectaba fantasías turbias y prohibidas. Me quedé ahí, arrodillado frente a ella, contemplando su desnudez. Mi erección se alzaba tensa, latiendo con una urgencia casi dolorosa. La observé detenidamente, grabando cada detalle en mi memoria: la suavidad de su piel, la delicadeza de sus rasgos, la total indefensión de su sueño inducido. La tentación era casi palpable, un imán invisible que me atraía hacia ella. La línea que había cruzado ya era borrosa, casi inexistente. El alcohol, el clonazepam y el despertar de mis ...
... deseos más oscuros habían creado un caldo de cultivo peligroso. Mi respiración era entrecortada, el corazón me latía con fuerza en el pecho. La sangre me zumbaba en los oídos. Estaba al borde, a un paso de sumergirme por completo en ese abismo de perversión que se abría ante mí. Y mientras mi mirada recorría su cuerpo inerte, una voz fría y distante en mi interior susurraba que no había vuelta atrás. La noche aún era joven. Y mi apetito, insaciable. La razón se había evaporado por completo, dejando paso a un instinto primario y oscuro. La proximidad de las otras niñas dormidas, la cercanía de Anabella, todo se había difuminado en la niebla espesa de mi excitación perversa. Mi mano tembló ligeramente al humedecer su entrada. Mis dedos se movieron con una torpeza excitada, preparándola para lo que iba a suceder. No había ternura, no había cuidado. Solo la urgencia de satisfacer una necesidad imperiosa, un deseo que había crecido hasta convertirse en una fuerza incontrolable. La abrí un poco más, sintiendo la resistencia inicial. No me detuve. Mi erección dura y tensa buscaba su camino, impaciente por la posesión. Y entonces, sucedió. En medio del silencio de la noche, bajo la mirada inconsciente de las otras niñas, justo al lado del bulto dormido de mi propia hija, la penetré. La sensación fue extraña, una mezcla de estrechez y una suavidad inesperada. Ella no se movió, su cuerpo inerte bajo el efecto del sedante. No hubo gritos, no hubo resistencia. Solo el ...