-
La pijamada de mi hija
Fecha: 30/10/2025, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Perverx, Fuente: SexoSinTabues30
... chispa oscura dentro de mí. Me incliné un poco más, aspirando el olor dulce de su aliento. Olía a leche y a sueños. Una punzada, algo parecido a la posesión, me recorrió el cuerpo. Era mía, en este momento, en la oscuridad de la noche y bajo el hechizo del alcohol. No la toqué. No todavía. Solo la observé, grabándola en mi memoria, alimentando la fantasía que comenzaba a tomar forma en mi mente. Tenía toda la noche por delante. Y la presa estaba indefensa. La idea surgió fría y calculada, como una serpiente deslizándose entre las sombras de mi mente. El clonazepam. Lo guardaba en el botiquín del baño, un pequeño frasco con cuentagotas que usaba en esas raras noches en que el insomnio me atenazaba con fuerza. Subí las escaleras con sigilo, moviéndome con la precisión de un cirujano. Entré al baño y abrí el botiquín. Allí estaba, el pequeño frasco de vidrio oscuro. Lo tomé con la mano temblorosa, no por nerviosismo, sino por la excitación creciente que me embargaba. Volví al living con el frasco en el bolsillo. Me arrodillé de nuevo junto a la niña rubia, observando su rostro plácido. La culpa era una palabra vacía en mi vocabulario en este momento. Solo existía la necesidad, el impulso irrefrenable de explorar esa oscuridad que me llamaba desde dentro. Con cuidado, abrí el frasco de clonazepam. Conté cuatro gotas, lentas y densas, sobre mi dedo índice. Luego, con delicadeza, abrí un poco la boca de la niña. Sus labios estaban suaves y secos. Deslicé mi dedo, ...
... dejando caer las gotas en su interior. Ella tragó dormida, un movimiento casi imperceptible de su garganta. Esperé unos minutos, observando su respiración. Se hizo un poco más profunda, más pausada. El efecto del sedante comenzaba a hacer su trabajo. Una sensación de poder recorrió mi cuerpo. Tenía el control. Ella estaba indefensa, a mi merced. Y esa sensación, por retorcida que fuera, era intensamente excitante. Con movimientos lentos y deliberados, comencé a desabrochar los botones de su pijama. Mis dedos temblaban ligeramente mientras deslizaba la tela suave. Primero la parte de arriba, revelando su pequeño torso desnudo. Sus pechos eran apenas dos pequeños bultos, casi imperceptibles. Luego bajé el pantalón del pijama, deslizándolo suavemente por sus caderas delgadas y sus piernas finas. La manta rosa yacía a un lado, dejando su cuerpo completamente al descubierto bajo la tenue luz del unicornio. La observé detenidamente. Su cuerpo infantil, sin formas definidas, tan diferente al de una mujer adulta. Y sin embargo, la excitación seguía creciendo en mí, alimentada por la prohibición, por lo tabú de la situación. Me quedé ahí, arrodillado junto a ella, contemplando su desnudez. La noche era joven. Y mi apetito, peligrosamente despierto. La impaciencia comenzaba a carcomer mis entrañas, un fuego sordo que exigía ser alimentado. La visión de su pequeño cuerpo desnudo, tan vulnerable e inconsciente, era un potente catalizador. Con un movimiento brusco, ...