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El seductor (parte 2)
Fecha: 30/10/2025, Categorías: Infidelidad Autor: tunovio, Fuente: CuentoRelatos
Carla comenzaba a sentir desesperación, una que no había experimentado antes. A tan solo días de haber probado el dulce placer del sexo, sentía el ardor en su vientre, el deseo de entregarse a un hombre y hacerle el amor. Ese hombre debería ser Andrés, su amado esposo, pero… ¿por qué ahora Francisco, un completo desconocido, aparecía en su mente cuando se imaginaba a ella misma gozando? De no ser por el profundo sueño de su marido, ella misma habría roto “el castigo” que le impuso por haberla apostado, y le habría dado todo lo mejor de ella hasta terminar exhaustos. Y por más tentadora que fuese la idea de usar la llave del cuarto de su nuevo “amigo”, aún le quedaba un poco de razón para no animarse, por más que lo deseara. Fue una noche turbia. Tuvo sueños que iban y venían, siempre terminando en lo mismo; se imaginaba sintiendo el calor de un pene llenándola, suavemente y sin parar. Sentía un par de manos masculinas recorriendo su cuerpo, su vientre, sus senos, sus hombros. Casi como si fuese real, sentía los dulces labios de su amante fusionándose con los de ella. Y en cada uno de esos sueños, era Francisco el hombre que la acompañaba, que la poseía, que la hacía suya. Sea lo que fuera que ese “desconocido” hubiera hecho, la comenzaba a volver loca. Cuarto día (el final está cerca) Al día siguiente despertó más tarde de lo habitual. Andrés no pudo esperar más y se adelantó a desayunar. Subió a verla y la acompañó a ella. Como siempre, insistió en conocer los ...
... detalles de su noche anterior. Ella no estaba muy contenta; no solo sentía el rencor de haber sido apostada, sino que sentía el abandono de su esposo, que no la había esperado aun sabiendo que había pasado toda la tarde en compañía de otro. ¿Qué acaso no le importaba su esposa? ¿No le preocupaba que saliera con otro? Especialmente cuando ese otro era un hombre de la talla de Francisco… Carla presentía que, en realidad, Andrés tenía bastante de que preocuparse, aun cuando ella misma deseaba no aceptarlo. Volvieron al cuarto. Ella estaba emocionada de encontrarse de nuevo con su compañero. Al volver, encontraron un paquete esperándolos, enviado por un anónimo, con la nota: “usa esto para venir a bailar conmigo”. En el interior había un vestido negro, atrevido y elegante. Carla se apresuró para estar lista, y dejó boquiabierto a Andrés. Perfectamente entallado a su cuerpo, corto hasta media pierna, con un escote generoso que bajaba cerca de su ombligo. Le hacía lucir un cuerpo exquisito; sus senos perfectos, blancos, casi queriendo asomarse con cualquier movimiento, sus piernas sexys y voluminosas, su cuello, sus brazos. -Ni pienses que irás así, imposible -le reclamó Andrés. No soportaba los celos de imaginar a su bella esposa vistiendo así, y que no fuese él quien la acompañara. Carla sintió cierta ironía y molestia. -¿Por qué no? ¿No se me ve bien? -le respondió con sarcasmo y algo de soberbia. -Te… ves como una p… -le quería decir Andrés, arrepintiéndose de sus ...