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Vieja sucia
Fecha: 31/10/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: mcrrdgsto, Fuente: TodoRelatos
La conocí en el bingo. Debía de tener unos 70 años, aunque vestía como una chica de 20, con una camiseta y unas mallas negras en las que se le marcaba todo el chocho. Era menuda y flaca, con las piernas delgadas y entre las piernas, aquel chocho que formaba dos bultos separados por una raja, bien visibles y apretados bajo la malla negra y brillante. Tenía el pelo completamente blanco, largo y recogido en una coleta, y el rostro muy maquillado. El pintalabios, intensamente rojo, no podía esconder las arrugas que rodeaban su boca. El colorete, exagerado, las largas pestañas postizas, todo en ella era impostado excepto la mirada lasciva que de vez en cuando me dirigía. Jugábamos en dos mesas distintas, pero ella me miraba entre cartón y cartón, mientras sorbía su wisky en vaso de tubo. Yo aprovechaba para mirarla también y me ponía cachondo aguantar la mirada lúbrica de la vieja, ver cómo se pasaba la lengua por los labios, como trataba de provocarme y llamar mi atención. En cierto momento, salió al exterior a fumar y yo no dudé en seguir sus pasos. Estábamos solos en el exterior del bingo, junto a un gran cenicero lleno de colillas. La vieja sacó un cigarro y se lo puso entre los labios. Luego intentó encenderlo, pero el mechero le falló varias veces. Me apresuré a ofrecerle fuego. Ella encendió el cigarro, aspiró una honda calada y expulsó el humo. - Gracias - me dijo. Yo encendí otro cigarro e intenté darle conversación. - Es una mierda esto de tener que salir ...
... a fumar. - Pero el vicio no perdona... - respondió ella. Ahora que la tenía cerca, aproveché para observarla bien. Contemplé las arrugas de su rostro cubiertas por el burdo maquillaje, sus pechos pequeños y fofos marcándose en la camiseta, sus uñas pintadas de un rojo tan intenso como el de los labios. Pero sobretodo aquel chocho, con sus hinchados labios vaginales, marcado en las mallas. Ella sintió cómo yo la repasaba con la mirada y se dejó observar, fumando lentamente. Olía a alcohol y de cerca, pude apreciar que estaba un poco borracha. - Si nos prohiben fumar y nos prohiben beber... ¿qué sentido tiene la vida? - dije. - Bueno... - respondió la vieja con una sonrisa perversa - Seguro que encontraríamos vicios alternativos... - Supongo que sí, porque yo no podría vivir sin vicios. Ella me miró y aspiró una larga calada. - Yo tampoco - respondió después de soltar el humo, mirándome fijamente a los ojos, como una perra en celo. Terminamos de fumar y entramos de nuevo al bingo, pero esta vez nos sentamos juntos. La vieja pidió otro wisky y yo hice lo mismo. Mientras jugábamos y bebíamos, empezamos a rozarnos las piernas por debajo de la mesa. Puse una mano sobre su muslo y ella separó las piernas, como invitándome a tocarla. Le acaricie la pierna, corrí mi mano hasta el muslo interior y la moví de arriba a abajo, hasta rozar el chocho. Ella reía y mantenía las piernas abiertas. Empecé a manosearle el coño sin que nadie, en aquel local lleno de gente, ...