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Vieja sucia
Fecha: 31/10/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: mcrrdgsto, Fuente: TodoRelatos
... vieja con su marido al lado y accedí a su petición. Ciertamente, vivía muy cerca de allí, y en unos minutos nos encontramos frente a la puerta de un edificio antiguo, deteriorado y lúgubre. Subimos al segundo piso y entramos en un piso pequeño, sucio, que olía a sudor y a tabaco. La luz de la sala estaba encendida y en el sofá, en calzoncillos, se sentaba un viejo de unos 75 años, calvo, panzudo, con las piernas y los brazos arrugados, mirando la tele. Al entrar, el viejo nos miró con desaprovación, un poco asustado. - ¿Qué es esto? - le preguntó a su mujer - ¿Con quién vienes? - Vengo con un hombre, para que me folle - respondió ella con voz de borracha. Su aspecto grotesco, con el maquillaje corrido y el chocho hinchado bajo las mallas mojadas, con la mirada lúbrica y desafiante, me ponía a mil. - Eres una puta... - dijo el viejo - ¿Vas a follarte a un tío aquí en mi propia casa? - Sí, me lo voy a follar. ya me he corrido una vez y pienso correrme tantas como pueda... En tu puta cara. Quiero que veas como me folla una macho. - Cerda... Puta... - balbuceaba el marido, rojo por la ira - Eres una viciosa... - Sí... eso es lo que soy... La vieja se quitó las mallas y las bragas, y luego la camiseta, quedando totalmente desnuda ante mí. Luego me desabrochó los pantalones y me empujó hasta sentarme en el sofá, justo al lado de su marido. Finalmente se agachó entre mis piernas y empezó a lamerme los huevos, olfateándome como una perrita, regodeándose ...
... mientras miraba a su esposo. Volvió a meterse mi polla en la boca y siguió con su mamada, mientras su marido la insultaba a mi lado. - ¡Qué vergüenza! ¡Qué verguenza! - gimoteaba con sus labios babosos - Eres una puta... Todo el mundo sabe que eres una puta... - Sí... - gruñía ella cuando se sacaba mi polla de la boca - Soy una puta... Y me gusta... El viejo siguió insultándola, pero cada vez con menos ímpetu, y noté que se fijaba en mi polla, que en el fondo disfrutaba viendo a su mujer mamándosela a un extraño. - Puta... Puta... sí... eres una puta... Después de chupármela un rato, hice que la vieja se levantase y la tumbé en el sofá, donde antes había estado yo. Ella comprendió mis intenciones y se abrió de piernas, mostrándome su chocho con todo detalle. Los pelos blancos y escasos de su pubis, los alargados labios vaginales, el clítoris hinchado... Me agaché entre sus piernas y empecé a comerle el coño. Ella empezó a contorsionarse y a gemir. De reojo, alcancé a ver que su marido se acariciaba la entrepierna. - Puta... - seguía murmurando, cada vez en voz más baja - Eres una cerda... Sentí que la vieja iba a correrse otra vez, así que dejé de chupárselo y se la metí hasta el fondo. Su coño estaba tan mojado que mi polla entró con toda facilidad. Empecé a follarla lentamente, pero apretando hasta el fondo en cada embestida, sobándole las tetas arrugadas, chupando sus pezones, mientras su marido nos miraba sobándose el paquete, cada vez de forma más ...