1. Vieja sucia


    Fecha: 31/10/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: mcrrdgsto, Fuente: TodoRelatos

    ... desacarada.
    
    - Se está pajeando - le dije a la vieja.
    
    - ¿Qué dices?
    
    - El cabrón se está pajeando mientras nos mira.
    
    Ella se rió y continuó entre gemidos.
    
    - Joder... Hijo de puta... ¿Te estás pajeando? Te gusta ver como me folla un hombre... oooh... sí... que gusto...
    
    El viejo ya no disimulaba, se bajó la bragueta y sacó una polla gruesa, pero fláccida y mortecina. Se agaró la polla con la mano y empezó a menerarsela. Yo empotraba a la vieja contra el sofá, ella había perdido todo control y se retorcía, levantaba la cabeza para morrearme, gemía como una perra y miraba a su marido. La follé largo rato, cambiando de postura, a cuatro patas, sentada sobre mí, apoyada en las piernas de su marido, mientras el pajeába su polla fláccida y gemía, con una baba cayéndole de los labios. Ella se corrió varias veces, soltando chorros, meando después de cada orgasmo. El viejo también se pajeó largo rato, aunque su polla no conseguía ponerse dura. Él la agitaba frenéticamente, jadeando, balbuceando, con la cara entumecida goteando de sudor.
    
    Llegó un momento en el que no pude aguantar más. Ya casi no podía mantener la erección y mi polla estaba a punto de reventar.
    
    - Voy a correrme... - dije, mientras la metía y la sacaba de aquel coño hinchado y goteante - Joder... Ya no aguanto más...
    
    - ¡Estera! - dijo ella - Quiero que te corras en la boca de este cabrón. ...
    ... Seguro que le gusta. Es un puto marica impotente. Mira cómo se pajea, como un cerdo, y ni siquiera se le levanta.
    
    - ¿Quieres que me corra en la boca de tu marido?
    
    Ella asintió con una mirada lúbrica y perversa, relamiéndose los labios.
    
    El viejo me miraba con cara de estúpido, masturbándose, sobándose los huevos y la polla fláccida, irritada de tanto menearla, con un hilo viscoso colgando del capullo. Me alcé en el sofá, puse la polla delante de la cara del viejo y él abrió la boca. La metía hasta el fondo, sintiendo su lengua y sus babas calentitas. Yo agarré su cabeza y me follé su boca, mientras él seguía agitando su polla blanda y ella se abría de piernas y se tocaba, mirándonos. Tras unas pocas embestidas, sin sacar la polla de la boca del viejo, empecé a soltar chorros de leche. El viejo gimió y se retorció, tragando todas mis descargas, mientras él también soltaba un pequeño y casi transparente chorro de semen.
    
    Así les dejé, a ella en pelotas sobre el sofá, ella con las piernas abiertas, exhausta de tanto follar y a él con la mirada perdida, los calzoncillos bajados y la pequeña y blanda polla goteando, con la tele encendida. Nunca he vuelto a ese bingo, ni he visto más a la vieja, pero estoy seguro de que ella se acuerda de mí como yo de ella. Y el marido, cuando se queda solo, sigue pajeándose y soñando con que la puta de su mujer le traiga otro macho a casa. 
«1234»