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corrompiendo a mamá
Fecha: 05/11/2025, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... queda afuera. Papá acondicionó la cochera para que sirviera de un pequeñísimo local de repostería donde mamá se entretiene. En realidad mamá sólo hace postres bajo pedido, y cuando no pasan por ellos o hace de más, abre el local y los vende. Esta vez estaba cerrado. Ayer nos comimos los pastelillos de nata que sobraron del último pedido. “Ya vine” dije con la boca seca cuando abrí la puerta. Lucy estaba cenando ya unos huevos revueltos con chorizo, a juzgar por el aroma, y porque desde el vestíbulo, que en realidad es la sala de estar, se mira la cocina cuando entras, y desde allí vi a mi hermana sentada en un comedor de cuatro sillas, de espaldas a mí. “Mi cielo, la cena está lista” me dijo mamá como si nada. Como si no la hubiera encontrado masturbándose. Su voz dulce y maternal no coincide con los sonidos lujuriosos de hace rato. “Me ducho y bajo, má” le dije nervioso. “¿Huevitos con chorizo, mi bebé?” me preguntó. Yo sigo siendo para ella su bebé. A mis 18 años sigo siendo su nene consentido. Me trata con mucho amor. Un cariño que desborda cuando me mira. Dice que tuvo precinclea, preeclampsia o precolumpio, ya no me acuerdo bien, y que le costó tenerme pegado en el vientre, que le subía la presión en exceso y que no podía con los calores. Que varias veces estuve a punto de salirme por el mismo sitio por donde ahora quería meterme… y que me dieron por muerto cuando nací, pero que al rato me oyó llorar y su felicidad fue inmensa. A lo mejor por ...
... eso me quiere tanto, por lo mucho que batalló para tenerme. Mi hermana Lucy, que tiene dieciséis, dice que soy su consentido, y que me quiere más que a ella. Lucy es físicamente como mamá pero en versión insoportable y en miniatura. Mamá le dice lo que todas las madres “a los dos los quiero por igual” pero a veces pienso que sí me quiere más a mí. Noto su predilección. Aunque no sé, podría estar equivocado. El caso es que nuestra relación es especial. Ella me abraza, acaricia mis mejillas y peina mi cabello con sus dedos con una devoción enternecedora. Yo suelo sobar sus bonitos pies, pues termina cansada después de tantas horas de estar de pie haciendo sus postres y, peor aún, por los días que le toca ir a las clases de zumba. Incluso le he llegado a pintar sus uñitas, por lo que mi papá me ha llegado a insinuar que soy un “maricón”. Él no entiende la devoción que siento por mi madre. Mucho menos lo entendería ahora si le digo cómo me siento después de lo que pasó. Siempre me han gustado las formas tan delicadas y pequeñas de sus pies y sus pantorrillas. Por eso me gusta acariciarlas. Es que toda ella es hermosa. Una mujer preciosa y sensual. Mamá y yo nos tenemos confianza, creo. Ella conversa mucho conmigo. Me cuenta sus problemas y yo a veces los míos. Claro que ni ella, ni papá —mucho menos la chismosa de mi hermana Lucy— supieron sobre lo que pasó con mi exnovia. Me daría mucha vergüenza decirles lo gilipollas que soy. De hecho ellos ni siquiera saben que he ...