1. Juventud programada


    Fecha: 10/11/2025, Categorías: Dominación / BDSM, Intercambios Autor: Ericl, Fuente: SexoSinTabues30

    ... no apartara la cara.
    
    —Eso es… trágatelo… mírame mientras lo haces —le ordenó, disfrutando de cada segundo.
    
    Alex se unió al ritual, girando su cuerpo para que su orina también la bañara. La mezcla tibia la empapó por completo: rostro, cuello, pecho, vientre. Samantha jadeaba, arqueando la espalda, sintiendo cómo su piel se volvía un lienzo de sumisión absoluta.
    
    Theodore rió, con un brillo de locura en los ojos, viendo cómo ella lamía los restos que le chorreaban de los labios. Se inclinó para susurrarle, casi tierno en medio de la depravación:
    
    —Eres perfecta así…
    
    El agua de la ducha caía sobre ella, mezclándose con los chorros cálidos, y la escena adquiría un aire ceremonial, perverso, donde cada gota de orina parecía un sello más sobre su entrega.
    
    Samantha se quedó de rodillas, jadeante, con el cabello pegado a la cara y el cuerpo entero marcado por esa humillación compartida. No intentó hablar; solo respiraba fuerte, los ojos semicerrados, entre el agotamiento
    
    Theodore la contemplaba como si fuera una obra acabada. Sus labios se curvaron en una sonrisa lenta.
    
    —Mírate… —susurró—. Más mía que nunca.
    
    Alex, en cambio, parecía recuperar la cordura más rápido, le acarició el hombro a Samantha con algo de ternura. Ella lo miró brevemente, pero los ojos de Theodore se interpusieron de inmediato, oscuros y fijos, reclamando cada parte de ella.
    
    Theodore, luego la levantó despacio, como quien carga con un trofeo recién ganado. La envolvió en una toalla, pero sin limpiarle del todo los rastros de lo que acababan de hacer.
    
    Alex lo siguió sin hablar. Samantha, todavía embriagada y exhausta, se dejó guiar. Y así, los tres salieron del baño en un silencio extraño: ella temblando entre placer y despojo, Alex con un gesto ambiguo entre culpa y deseo, y Theodore en paz, dueño de esa calma peligrosa que solo llegaba después de haber llevado su obsesión un paso más allá.
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