Clases Particulares 11 - Relatos Eróticos

Clases Particulares 11

... acarician, hacen rodar mis pezones. Arqueo mi espalda hacia él. Noto su polla en mi culo, a pesar de los pantalones de ambos. No paro de gemir. Sus manos bajan y desabotonan mis tejanos. Su boca sigue trabajando mi cuello. Giro mi cabeza para buscarla.

Ni siquiera me ha bajado los pantalones y sus dedos ya han encontrado mi coño. Nota mi humedad. Me penetran. Un dedo, luego dos. Grito. Su otra mano vuelve a mis pechos. Mis manos bajan solas y bajan mis pantalones y mis bragas, dándole mejor acceso. Lo aprovecha. Me inclino. Mi culo roza su erección. Mi coño empapado a merced de sus dedos. Son agiles y largos, penetran muy adentro. Se curvan y buscan mi punto G. Esa rugosidad por dentro donde tengo tantas terminaciones nerviosas.

Ahhh – grito sin control. Ya estoy cerca. Es increíble cómo me enciende. Y de repente, se separa.

- Noooo – exclamo. No pensará dejarme a medias como el otro día.

Al girarme buscándolo, lo veo bajarse los pantalones y quitárselos, con parsimonia. Me mira burlón. Estoy rendida a sus pies y lo sabe. Desesperada, me quito yo también los vaqueros y las bragas. Subo encima de la mesa. Esta fría y algo sucia, pero no me importa. Entreabro mis piernas, dispuesta para él.

Se acerca con su pollón en ristre. Masturbándose lentamente.

- La camisa – pido.

Sonríe y se la quita. Uff, como está. Suspiro. Muerdo mis labios con impaciencia. Con un ademan exige lo mismo. Aun llevo el jersey y sujetador subidos en los hombros. Me los quito a toda ...

... velocidad. Caen al suelo, ni me importa.

- Ven. Ponte un condón – abro aún más mis piernas. Mis dedos acarician suavemente en círculos el clítoris.

Sonríe socarrón. Por fin, tras cuatro años, debe de estar pensando. Bueno, es lo que a mí me viene a la cabeza ahora. Busca en la cartera. Se le borra la sonrisa. Gruñe. Luego hurga en su mochila. Suelta un taco. Me mira compungido.

- ¿Tienes tú? – pregunta.

- No me jodas. No me lo puedo creer. Tu precisamente. Joder, si follas más que el resto de la ciudad junto. Pero…cómo es posible que no lleves, joder.

Balbucea una excusa. No le oigo bien. Toda la seguridad que tenía, se ha esfumado. También la rigidez en su pene. Estoy que me subo por las paredes. Suelto tacos sin parar. Me visto rápidamente. La libido ha desaparecido y ahora queda la sensación de haberla cagado, aunque no llegásemos a culminar. No quería venir, me convenció, me dejé llevar, y ahora, nada.

- Déjame la llave y vete, luego te la doy. Tengo que fotocopiar un libro. Ve a comprar condones, anda, pero a mi hoy ya no me tocas. Espérame en la cafetería.

Deja la llave y se va.

No me apetece ir a casa con Alex. Le he puesto un mensaje disculpándome. Cada vez me cuesta más mirarle a la cara. Si en el pasado le hubiese pillado poniéndome los cuernos…lo mato. A la golfa que estuviese con él, también. La verdad es que en eso no me puedo quejar. Nunca me ha dado motivos para ponerme celosa. A veces le buscaban las chicas. Aficionadas que se querían ...