1. Una madrastra insaciable (15)


    Fecha: 16/11/2025, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    ... supuse que por dentro debía sentirse muy sucia, y que no se le iría solo con una ducha.
    
    Sigo bajando. La esponja se desliza por su cintura. Ella no se mueve. Apenas respira. Así que sigo descendiendo y ahora siento esa zona que me vuelve loco.
    
    —Es increíble tu orto —digo.
    
    —Ya lo sé. Es capaz de destruir familias —dice ella.
    
    Me rio, aunque claramente no lo dijo en broma. De hecho, sonó melancólica.
    
    —No te preocupes. A nosotros no nos destruiste. Es más, hoy nos estás uniendo —digo.
    
    —Claro. Unidos para cogerse a la puta de su madrastra —dice ella.
    
    —No se me ocurre mejor motivo para unirme con el salame de mi hermano —retruco—. De hecho, es una de las pocas cosas que nos unen: la calentura por vos.
    
    Me inclino un poco más, le paso el brazo por delante y le limpio las tetas. Lo hago con lentitud. Me detengo más de lo necesario en ellas, fingiendo precisión, pero disfrutando la excusa. Siento su piel bajo el jabón, la noto tensarse apenas, pero no me detiene. Mi verga ya está pidiendo ser enterrada de nuevo. Pero sigo jugando con su cuerpo un poco más. Es impactante verla así, con el agua deslizándose por todo su cuerpo.
    
    De pronto la hago girar. Quiero verla. Quiero que me mire. Ella lo hace. Veo sus ojos tristes, y reconozco que no me importa lo más mínimo, porque detrás de esa tristeza está esa calentura obsesiva que tiene.
    
    Le paso la esponja por los muslos, la parte de atrás de las rodillas, los tobillos. Me detengo en las nalgas de ...
    ... nuevo.
    
    —No hace falta tanto —me dice, con una sonrisa cansada.
    
    —Siempre hace falta más —le contesto, mientras le acaricio con la mano lo que ya está limpio hace rato.
    
    —Esto… esto es una locura, Matías. Va a terminar muy mal.
    
    Lo dice sin mirarme. Con la cabeza gacha. Y yo, en el fondo, sé que tiene razón.
    
    —Igual ya está hecho —respondo—. Lo mejor que podemos hacer es seguir disfrutando. No ganamos nada con parar ahora.
    
    —Ya lo sé. Pero eso no quita que todo esto es terrible.
    
    —No te preocupes —le dije—. No va a pasar nada malo. Te lo prometo.
    
    —No deberías prometer cosas que no dependen de vos que se cumplan —dice Amarai, girando levemente—. Pero sí, es cierto. Ya lo hicimos. Ya pasó. Así que ahora…
    
    No necesito escuchar más. Es una clara invitación.
    
    Me acerco sin apuro. Mi pecho choca con su espalda, mi verga dura con su carnoso culo. Le pongo las manos en la cintura. La empujo con suavidad hacia adelante. Se apoya contra la pared de cerámica, las palmas abiertas, las piernas separadas, el culo en pompa. Una posición que me enloquece.
    
    La recorro con los ojos. El agua hace que todo brille. Su piel parece estar hecha de algún material sagrado, suave, firme. Me inclino hacia ella. Le beso el cuello, con los dientes, con la boca abierta, dejando marcas. Mis manos le aprietan las caderas, luego suben hasta los senos. Los estrujo, los levanto, los sostengo como si fueran míos desde siempre.
    
    —Sos una puta de lujo —le digo al oído, con la voz ronca, al borde de ...
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