1. La máscara escarlata – parte 4


    Fecha: 17/11/2025, Categorías: Fantasías Eróticas Incesto Voyerismo Autor: PetterG, Fuente: SexoSinTabues30

    La gasolinera permanecía abandonada en la penumbra de la noche. Y Clara permanecía de pie frente al cuervo y su padre. Vulnerable, expuesta, con los pantalones enredados a la altura de las rodillas, y con su sostén que apenas le cubría los senos.
    
    Temblaba sin control, sintiendo el aire congelado recorrerle el cuerpo. Cada centímetro de su piel, reaccionaba al frío con una mezcla incómoda de escalofrío. Sin su máscara, no había poder que la protegiera. Su cuerpo era el de una mujer común y lo único que podía cubrirla ahora, era el miedo que la invadía de pies a cabeza.
    
    —No, no puede ser… papá!! pensaba desesperadamente
    
    —¡¿Dónde está mi bolso?!
    
    Se decía, mientras su padre estaba al borde del colapso, con la sangre goteando en su frente y sus ojos llenos de desesperación.
    
    —Maldición, no, no… no puedo hacer nada para protegerla…
    
    Pensaba su padre, mientras una lágrima rodaba por su mejilla. Contemplando como su hija se quitaba el pantalón, temblorosa y llena de pavor. Mientras el cuervo, lo tenía amedrentado e inmovilizado.
    
    —¡¡Vamos, vamos!! Quiero ver cada pedazo de ti antes de que…
    
    —¿De-de-de qué? — pregunto Clara con su voz entrecortada
    
    —Pues antes de que llegue esa heroína a la que llaman máscara escarlata. Aunque pensándolo bien… Creo que esto no es suficiente, necesitamos algo más intenso para llamar su atención…
    
    Al oírlo, Clara se asombró. Ese maldito no sabía que la tenía enfrente.
    
    —¡¡Eeeyyy!! ¡¡¡Máscara Escarlata!!! Sé que te escondes en ...
    ... las sombras… vamos perra ¿dejarás que siga haciendo de las mías esta noche? ¡Haber si logras evitar esto!!
    
    Entonces, el cuervo levantó al padre de Clara con el machete en su cuello, y le comenzó a llevar hasta a su hija.
    
    — Por favor, no, no…
    
    — Ssshhhh… tranquila, perrita. Tú sólo quédate ahí y baja las manos!! Porque si te mueves, le degüello el cuello a este viejo!!
    
    Entonces, Clara no pudo hacer más que asentar con la cabeza, muerta de miedo.
    
    —Oohhh… Mira anciano ¿no es increíble cómo esas tetas caben ahí? Ese sujetador es tan pequeño… ¡¡Te dije que las mires!!
    
    Y el padre de Clara, alzó la vista. Sus ojos se posaron en sus senos, eran llenos y lucían hermosos, apretados contra el encaje del sostén. Eran más grandes de lo que él, como padre, había querido notar alguna vez.
    
    —¡Jajaja! ¿Parece que te gustan, viejo? —se burló el Cuervo, disfrutando cada segundo de su tormento.
    
    —¡No, no es eso! ¡Es mi hija, maldito enfermo! —gritó el padre, con su voz temblorosa pero llena de rabia.
    
    —¡Hah! No me engañas, anciano. Vamos a comprobarlo… Quiero que le quites el sostén. Ahora.
    
    —¿¡Qué!? —El padre retrocedió un paso, pero el machete en su cuello lo detuvo en seco.
    
    —¡No, por favor! —suplicó Clara, con lágrimas corriendo por sus mejillas—. ¡Por favor, tenga piedad! Si nos deja ir, no diremos nada a la policía. ¡Por favor, déjenos ir! Esa heroína no vendrá, es solo un mito…
    
    —¡No es un mito! Yo la he visto, moviéndose entre las sombras, con ese cuerpo que ...
«1234...»