1. Mi primera vez como sumisa


    Fecha: 19/11/2025, Categorías: Dominación / BDSM, Autor: Zarina, Fuente: CuentoRelatos

    ... y le decían “viento frío”.
    
    —Soy tu putina —me escuché murmurar
    
    —Más fuerte —me dijo— que no escucho —y se rio.
    
    —Soy tu putina —le dije ahora entre jadeos tratando de tener un tono normal
    
    —No te escucho mi amor —me volvió a decir.
    
    —Soy tu putina —le dije ya fuerte y entregada
    
    —No eres mi putina, eres una putina… ¡dilo!
    
    —Soy una putina, una putina, eso soy, una putina —lo dije asesando, mientras me caían las lágrimas de vergüenza y el sudor de la calentura por mis sienes. Y sentía que esa humillación me hacía sentir mas profunda mi excitación, esa degradación me provocaba una calentura que me enloquecía.
    
    —No te llamas Zarina, te llamas putina… Dilo
    
    — Me llamo putina, no me llamo Zarina, me llamo putita porque soy putina —le dije balbuceando entre sollozos de vergüenza y asesando de caliente de exasperada por no poder llegar, explotar, terminar.
    
    —Y que quiere esta putina?…
    
    —Que me hagas terminar… Por favor, —agregué.
    
    — Por favor, hazme terminar, —le imploraba tres, cuatro veces
    
    Y sentí que algo fresco, una mano helada me tocaba donde antes me ardía como el infierno y había hecho que casi me desmayara, esos dedos toscos con restos de cera rodearon mi botoncito suavemente y este obedeció sumiso, lo acarició, lo pellizcó estirándolo hacia arriba y sentí como desde sobre mis rodillas atadas y desde mi estómago un dulce escalofrío comenzaba a transformarse en delicioso calambre que se concentraba en mi volcán y bajaba, se iba, una dulce ...
    ... agonía paralizaba hasta mis pensamientos mientras temblaba.
    
    Eché la cabeza atrás y se me enterraron los cordones que me sujetaban las muñecas, levanté en una contorsión mi cintura y mi cuerpo delgado y pequeño dio un largo estertor, tiritaba, me iba, exhalaba, me iba en ese calor que escapaba por entre mis piernas, exhalaba en un grito ahogado mi placer, y entre ese dulce morir presentí que era observada por otros y ello hizo que esta dulce muerte fuera más intensa aún.
    
    Mareada junto a un gemido ronco dejé de saber de mí por unos instantes, quizás unos minutos. Dejé caer la cabeza doblada al lado, ida, abandonada entre jadeo, sudor, saliva, lágrimas y el flujo de mi vagina que esa mano tosca y mojada me restregó por la cara cuando volvía en mí.
    
    Estaba echa un bulto, un fardo sobre la cama con la entrepierna aun palpitante y sentí que la puerta se cerraba mientras él me desataba. Me dio vuelta y me puso en cuatro en el borde de la cama, de espaldas a él, yo apenas me sostenía, mi cuerpo aun tiritaba, me sujetó las caderas y sentí que me penetraba por atrás partiendo mi carne. Me sujetaba las caderas levantándolas para que llegaran a la altura de su entrepierna y para que no me cayera. De pie me perforaba por atrás rasgándome, un dolor imposible de soportar me desgarraba y mi hizo suplicarle “me duele, me duele mucho” dije en un murmullo sollozando.
    
    Sentí que se salía. Metía la mano en su bolsillo porque solo se había bajado sus pantalones y me ponía una crema, “te va ...
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