1. Aylen, una puta en CFE


    Fecha: 20/11/2025, Categorías: Dominación / BDSM, Hetero Infidelidad Autor: A-relatora, Fuente: SexoSinTabues30

    ... le marca en la entrepierna. ¡Puta madre, la verga de ese cabrón está parada! Se ve grande, gruesa, apretada contra la tela, y no puedo evitar morderme el labio. Mi puchita se humedece al instante, y siento cómo la tanguita se me pega a los labios rosados, que ya están hinchados de puro deseo. Me acerco a él con mi caminadita de zorra, moviendo las caderas pa’ que no pueda quitarme los ojos de encima, y le suelto, sin rodeos: “Órale, Claudio, ¿qué pedo con esa verga parada? ¿Te traigo tan cachondo que no puedes ni disimular?”
    
    Claudio se ríe, pero esa risa nerviosa no me engaña. Sus ojos oscuros me recorren de arriba abajo, deteniéndose en el tirante de mi microtanguita roja que asoma por la cintura de mis jeans negros. El bulto en sus pantalones parece gritar por atención, y mi puchita rosita, ya empapada, late con ganas de verlo en acción. “¿Qué, Aylen? ¿Te gusta lo que ves o nomás estás curioseando?”, me suelta, tratando de hacerse el alfa, pero su voz tiembla un poquito. Me acerco más, hasta que mi cuerpo casi roza el suyo, y dejo que mis tetas, libres bajo la blusa negra, se aprieten contra su pecho. “Mira, cabrón, me tienes la papaya toda mojada con ese tolete que traes ahí. ¿Qué pedo? ¿Es por mí o qué?”, le digo, con una sonrisa de zorra que sé que lo desarma.
    
    Claudio traga saliva, y su mirada baja a mis labios carnosos, pintados de rosa, antes de volver a mis ojos miel. “Puta madre, Aylen, ¿cómo no voy a estar así si traes ese culo que parece que lo sacaron de un ...
    ... sueño? Esos jeans, esa tanguita… me estás matando”, confiesa, y su voz se pone más grave, como si estuviera a punto de perder el control. Me río bajito, sintiendo cómo mi pucha se aprieta solo de imaginar lo que ese cabrón podría hacerme. “¿Quieres saber un secreto?”, le susurro, acercándome tanto que mi aliento le roza la oreja. “Mi marido me da carta libre pa’ coger con quien quiera, pero le tengo que contar todo. Y ahorita, lo único que quiero es que me lleves a un lugar donde podamos coger como se nos de la gana”.
    
    Sus ojos se abren como platos, y juro que veo cómo su verga da un brinco bajo los pantalones. “¿Estás hablando en serio?”, pregunta, como si no pudiera creer su suerte. Yo solo asiento, mordiéndome el labio, y le digo: “Pero aquí hay demasiados pendejos que conocen a mi viejo. Vamos a un lugar más privado, Claudio, y a ver si ese tolete tuyo es tan cabrón como parece”. No le doy tiempo de pensarlo mucho. Lo agarro de la mano y lo jalo hacia la calle, ignorando las miradas de los demás en la fila. Sé que algunos saben quién es mi marido, y la idea de que hablen de mí como la puta que soy me prende aún más. “Mis nalgas, mis reglas”, pienso, mientras caminamos rápido hacia un motel que está a unas calles de CFE.
    
    El motel es uno de esos lugares de mala muerte, con luces neón parpadeando y un olor a desinfectante barato que se mezcla con el tufo a sexo de las habitaciones. Pagamos la tarifa en la recepción, y apenas entramos a la habitación, Claudio me empuja ...
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