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Aylen, una puta en CFE
Fecha: 20/11/2025, Categorías: Dominación / BDSM, Hetero Infidelidad Autor: A-relatora, Fuente: SexoSinTabues30
... contra la puerta, cerrándola de un portazo. Sus manos van directo a mi cintura, y su boca se estrella contra la mía en un beso hambriento, desesperado, como si quisiera comerme entera. Nuestras lenguas se enredan, y el sabor de su saliva, ligeramente salada, me hace gemir bajito. Mis manos se deslizan por su pecho, bajando hasta el bulto de su verga, que siento dura y caliente bajo la tela. “Puta madre, Claudio, sí que traes un toletazo”, le digo, rompiendo el beso y mirándolo con ojos de perra en celo. “Chingada madre, Aylen, eres una pinche diosa”, gruñe, mientras sus manos suben por mi blusa, apretando mis tetas con fuerza. Mis pezoncitos rosados, sensibles como siempre, se endurecen más bajo sus dedos, y un calosfrío me recorre hasta la pucha. Me quita la blusa como desesperado, dejando mis tetitas al aire, mi papaya rosita, ya empapada, con los labios hinchados y el clítoris pequeño palpitando de ganas. Claudio se arrodilla frente a mí, y sin decir nada, me baja los jeans con un movimiento rápido, dejando mi culo al aire. “Mira nomás este culo… es una puta delicia”, murmura, mientras sus manos lo acarician, apretando mis nalgas duras como si quisiera marcarlas. Me jala hacia la cama, un colchón viejo con sábanas que crujen, y me tira boca arriba. Sus manos separan mis muslos, y su cara se hunde entre mis piernas. “Órale, cabrón, ¿vas a comerme la pucha o qué?”, le digo, con la voz temblando de pura calentura. Él no responde, solo aparta la tanguita con un dedo y ...
... clava su lengua en mi papaya. El primer lametón me hace arquear la espalda, y un gemido de puta se me escapa. Su lengua recorre mis labios pequeños, chupando mi clítoris sensible, que late como loco bajo cada roce. “¡Puta madre, Claudio, chúpame más, cabrón!”, grito, mientras mis manos se enredan en su cabello, jalándolo contra mi pucha. El calor de su boca, la humedad de su lengua, y el roce de la tanguita contra mi piel me tienen al borde. Mi papaya está tan mojada que siento los jugos resbalándome por los muslos, y cuando Claudio mete un dedo dentro de mi vagina estrecha, apretando rico, no aguanto más. “¡Me vengo, cabrón, me vengo!”, aúllo, mientras un orgasmo me sacude, haciendo que mi cuerpo tiemble y mi pucha se contraiga, soltando más jugos que le empapan la cara. Claudio se levanta, con la boca brillante de mis fluidos, y se quita la camisa y los pantalones como si le urgiera. Su verga, de 18 centímetros, gruesa, morena, con venas marcadas, sale disparada, dura como piedra. Me siento en la cama, con la tanguita todavía puesta, y me lanzo a mamarle el tolete. “Chingada Madre, Aylen, qué rica eres”, gime, mientras mi lengua recorre su verga, desde la base hasta la punta, saboreando el sabor salado de su piel. Chupo con ganas, metiéndomela hasta la garganta, sintiendo cómo me llena la boca. Mis labios carnosos se aprietan alrededor, y mis manos le acarician los huevos, pesados y calientes. “Dame tu leche, cabrón, quiero tragármela toda”, le digo, mirándolo con ojos de ...