1. Cliente Reprogramada


    Fecha: 20/11/2025, Categorías: Control Mental, Autor: Mandarina, Fuente: TodoRelatos

    ... aunque no dijo nada. Se le movieron los ojos, pero el muy cabrón sabía disimular.
    
    —Desde que lo uso no puedo dormir. Me quedo viendo el techo, caliente sin razón. Tengo sueños raros. Me despierto con la pucha mojada. Me la paso masturbándome y ni siquiera sé por qué. ¡No lo compré para eso! Lo compré para relajarme.
    
    —¿Y no estás relajada? —preguntó él, con una sonrisa que Lucía quería borrarle a bofetadas… o montándolo.
    
    —¡Estoy al borde de perder la cabeza! ¡Esto no es un gadget, es un puto lavado cerebral!
    
    Brandon dejó el estuche a un lado, se levantó y caminó hacia ella como si tuviera todo el tiempo del mundo. Sus pasos eran lentos, pero seguros. No como esos babosos que se intimidan con una mujer furiosa. Él se acercaba con calma, con dominio.
    
    Lucía lo notó. Y aunque no quería admitirlo, eso… la encendió más.
    
    —¿Lo usaste como decía el instructivo? —preguntó, parándose frente a ella, tan cerca que podía oler su perfume barato mezclado con sudor caliente.
    
    —¡Obviamente! —respondió ella, aunque sabía que no. Lo usó a su manera. Mientras cocinaba, mientras se bañaba, hasta para dormir. No le importaba.
    
    —¿Y cuánto tiempo al día?
    
    —No sé. Una hora, a veces más. ¿Qué chingados importa?
    
    Brandon sonrió.
    
    —Entonces está funcionando. Te dije que era efectivo.
    
    —¿Efectivo en hacerme una puta desesperada? Porque eso es lo que parezco últimamente.
    
    Él alzó ambas cejas. No lo negó.
    
    —Bueno… si el zapato te queda.
    
    Lucía abrió la boca para ...
    ... insultarlo, pero algo en su cerebro hizo clic. ¿Por qué había dicho eso? ¿Por qué lo había dicho así?
    
    Y peor: ¿por qué la había mojado tanto escucharse a si misma decir “puta desesperada”?
    
    Sintió el calor entre las piernas, el latido en la ingle. El sudor en la espalda baja. Brandon la estaba mirando diferente ahora. Ya no como cliente molesta. La miraba como si supiera algo que ella no. Como si ya estuviera viendo el final de una historia que recién comenzaba.
    
    —¿Te gustaría que lo revisáramos? —preguntó él, caminando hacia un pequeño estante donde guardaba su teléfono—. Solo una última prueba. Lo conecto al sistema, vemos si hay alguna anomalía. Y si realmente está dañado, te doy el reembolso aquí mismo.
    
    —¿Y si no?
    
    —Entonces te lo quedas. Y tal vez… aceptas que el problema no es el auricular.
    
    —¿Y qué sería entonces? ¿Yo?
    
    —Digamos que algunas mentes son más fáciles de relajar que otras.
    
    Lucía apretó los dientes. Quería pelear. Quería gritar. Pero algo le decía que debía probar.
    
    —Cinco minutos —dijo él—. Póntelo. Prometo no decir “ni mu” mientras reviso.
    
    Ella lo pensó. Un segundo. Dos. Y se lo puso. Porque Lucía era terca. Porque si había una mínima posibilidad de que el cabrón se tragara sus palabras, quería verlo. Quería verlo perder.
    
    Pero lo que no sabía es que Brandon ya había ganado.
    
    Lucía se puso el auricular con fastidio, como si le estuviera haciendo un favor a un idiota, y cruzó los brazos, el top marcando sus tetas de una manera deliciosa. ...
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