Cliente Reprogramada - Relatos Eróticos

Cliente Reprogramada

... palpitando, y la sostuvo frente a su rostro.

—Mírame, Lucía. Esto es lo único que importa ahora. ¿Lo entiendes?

—Sí, amo. Su verga es lo más importante. Quiero complacerla. Por favor, déjeme servirlo.

—Empieza.

Lucía no dudó ni un segundo. Tomó su polla con ambas manos, la besó con devoción como si estuviera frente a algo sagrado, y luego la metió en su boca con hambre. No lo hizo suave. No tanteó. La tragó entera de golpe, haciéndola desaparecer entre sus labios gruesos, profundos, sintiéndola chocar contra su garganta sin una sola queja. La sostuvo ahí, sin moverse, tragando con fuerza, como si quisiera memorizar la forma con cada fibra de su ser.

Luego empezó a moverse. Con ritmo. Con técnica. Le chupaba con la boca completamente abierta, dejando que se oyera cada succión, cada goteo de saliva que le escurría por la barbilla mientras lo mamaba como una experta. Le daba vueltas con la lengua desde la base hasta la punta, se la sacaba de la boca solo para escupírsela encima y volver a metérsela de un jalón. Brandon gemía bajo, sorprendido por lo buena que era. Lucía lo miraba desde abajo con esos ojos vacíos pero entregados, como si no existiera nada más que el placer de servir a su amo.

—Buena puta —murmuró él, acariciándole el pelo—. Así me gusta. Obediente. Dedicada. ¿Te gusta hacerme esto?

—Me encanta, amo. Amo sentir su verga en mi boca. Me hace sentir viva. Me hace sentir útil.

—¿Y qué eres tú?

—Soy su esclava. Su juguete. Su puta ...

... personal.

—¿Y qué necesitas?

—Su semen, amo. Quiero tragarlo. Quiero que me llene.

Ella empezó a meter más velocidad, como si esas palabras la hubieran calentado aún más. Se la metía hasta el fondo, se la tragaba como si no tuviera reflejo, dejando que las lágrimas se le corrieran por la cara sin detener el ritmo. Le chupaba las bolas, se las lamía, y luego volvía a centrarse en la verga con una desesperación que solo una mente controlada podría mostrar. Era como ver a alguien en trance haciendo lo único que le da sentido a su existencia.

Brandon no se contuvo. Le agarró la cabeza con fuerza y empezó a cogerse su cara con embestidas profundas, haciéndole tragar sin pausa. Cada vez que la metía, ella gemía con la boca llena, babeando, entregada, adorando cada centímetro que recibía. No pedía aire. No pedía pausa. Solo lo quería más adentro.

En una pausa rápida, él la miró con intensidad.

—¿Qué harías si te dijera que solo existes para esto?

Lucía levantó la vista, con la cara llena de saliva y la voz rendida.

—Diría que tiene razón, amo. Estoy hecha para su placer. Para su verga. Para chuparla, adorarla, y tragarla cada vez que usted lo desee.

—Demuéstralo.

Y ella lo hizo. Se arrodilló aún más bajo, apretó las tetas juntas y empezó a pasarse la verga por el canal entre ellas, haciendo una paja de carne suave mientras lamía la cabeza con la lengua como si fuera helado. Escupía sobre su propia piel para lubricar mejor, haciendo que las tetas brillaran mientras ...