1. Mis dudas sobre Adriana (capítulo 5)


    Fecha: 22/11/2025, Categorías: Infidelidad Autor: ArturoFish, Fuente: CuentoRelatos

    ... tomara más distancia sobre mí, ya habíamos estado muy alejados esa mañana y tenía que comenzar a cerrar la brecha antes de que fuera inalcanzable. Me levanté y caminé yo también a la piscina y, como ya lo habían hecho todos, me lancé al centro y provoqué un gran splash que acabo de bañarlos a todos.
    
    —¿Quién fue el bruto que me mojó? —gritó Julieta casi enfadada.
    
    Sebastián me señaló como buen soplón que era.
    
    —Perdona Julieta, fue sin querer, lo siento —me tocó decirle, ella no dijo nada, aunque se notó su madrazo telepático. De nuevo, sin querer, la volvía a cagar.
    
    Por fortuna para mí, Sebastián dejó pasar el detalle y lo que sí hizo fue pasarme la pelota para que comenzara a jugar con ellos.
    
    —¿No estaban jugando los dos? —dije.
    
    —Sí, pero lo nuestro puede esperar —me dijo Mauricio mientras miraba a Sebastián en clave y sonreían.
    
    Miré a Adriana que me sonrió de nuevo con esa misteriosa sonrisa, parecía que ella si había entendió la indirecta de Mauricio mejor que yo. De cualquier forma, decidí restarle importancia y dedicarme a jugar un buen rato. En el camino se unió Adriana y “por casualidad”, todas las pelotas terminaban cayendo en ella, obligándola a levantarse y a sacar sus pechos por ...
    ... encima del agua. Se notaba que los otros estaban felices viéndola luchar y moverse, aunque la verdad, yo tampoco me sentía muy triste cuando la veía saltar alto para atrapar el tiro.
    
    Al rato. Y casi sin darme cuenta, Gabriela se unió al grupo y al juego (a ella, que también levantó agua, nadie le dijo nada), su presencia la aprovechó Adriana para descansar un poco de la paliza que le estaban pegando los otros dos, se fue un momento a la orilla y volvió a recostar los pechos sobre las baldosas del agua, levantó las piernas y nos dejó ver su hermoso trasero, prácticamente desnudo, solo era cuestión de correr el hilo para poder ver su raja en todo su esplendor.
    
    Todos, incluso Gabriela, en algún momento nos quedamos viendo semejante culo, redondo y carnoso, marcado apenas por las marcas del uso constante de calzones durante mucho tiempo, una marca que —por lo visto— iba a desaparecer para siempre ese fin de semana. Volví a sentirme excitado, no solo por ella sino por las miradas perversas de todos mis compadres. Mi verga saltaba y se paraba más cada vez que los pillaba viéndole el culo a mi esposa; al parecer, mi salchicha acomplejada, tenía bastantes ganas de volver a empezar.
    
    Gracias por leer mi relato. 
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