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LA MENTIRA
Fecha: 22/11/2025, Categorías: Dominación / BDSM, Autor: maroso, Fuente: SexoSinTabues30
... desconfianza. —Yo vine buscando un reto, no un espantapájaros. Lorenzo soltó un resoplido y escupió al suelo. —Esto huele a tomadura de pelo. Desde unos pasos atrás, la voz del viejo sonó grave, casi con tono de reto: —No se dejen engañar por el tamaño. Los hombres de verdad no miden las cosas por la apariencia. Miden por el aguante de la presa. Ramón lo miró de reojo. —Sí, pero nosotros buscamos mujer. Carne de hembra, curvas, algo que valga la pena. El viejo se acercó lo justo para que su sombra los rozara. —Les digo que esto es mejor… más reservado, más fácil de manejar. Sin escenas, sin ataduras. Y recuerden lo que les dije: si están detrás, siguen siendo tan hombres como siempre. El que da sigue siendo macho, es un hueco donde deslecharse. Esteban apretó la mandíbula, dividido entre la curiosidad y el asco. —No sé… esto ya me empieza a oler raro. Pero el orgullo les impedía irse. Ramón escupió al suelo y masculló: —Bueno… ya que vinimos hasta acá, vamos a ver de qué se trata. Pero si es un chiste, viejo, te juro que vas a correr hasta quedarte sin aire. El viejo sonrió, confiado. —No se van a arrepentir. Les aseguro que van a quedar secos. Los tres avanzaron un par de pasos, la figura inmóvil, pequeña, esperando en silencio. Y el aire, de repente, se volvió más pesado que en todo el camino. El niño apenas había salido de las cañas cuando sintió la mano firme de Lorenzo agarrándolo del brazo. —¿Dónde te creés que vas, nena? —dijo con voz grave, ...
... casi un gruñido. No hubo tiempo para responder. Esteban y Ramón aparecieron detrás, sus miradas duras y llenas de una mezcla extraña: deseo y posesión. —Vení —ordenó Esteban, y con esa palabra, el niño supo que no había escapatoria. Lo arrastraron hasta un rincón oculto, lejos de ojos curiosos. El suelo frío, las hojas secas, el olor a tierra húmeda y a ganas acumulada.. —Arrodíllate, abrí la boca y no muerdas —dijo Lorenzo con brusquedad—. Una mano agarró al niño por el pelo y lo llevó hacia la polla de Lorenzo que llenó toda la cavidad. El niño temblaba. Quiso apartarse, pero las manos de Ramón y Esteban se cerraron en su espalda. —Shhh… no te muevas, callate —susurró Esteban con una sonrisa torcida—. No vas a poder decir ni mu. —Pero… por favor, —intentó el niño, la voz quebrada—… no quiero… no… —¿No? —Lorenzo se rió, un sonido áspero—. Acá no hay “no». Acá se hace lo que nosotros queremos. ¿Querés entender, o querés que te lo expliquemos con más fuerza? El niño sintió como le apretaban la cabeza una y otra vez para que su boca se acostumbrara a la brusquedad de la invasión. Lorenzo resoplaba, el niño se ahogaba en su propio llanto. El niño sintió cómo le apretaban la cabeza hacia abajo, un peso en la nuca que le impedía resistirse. “Callate y aguantá —Shhh, nena, —susurró Lorenzo mientras exhalaba humo y lo miraba con ojos cansados pero hambrientos—, abrí la boca. Que te voy a dar un regalo. Se derramó rápido. El niño notó como lo levantaban y le ...