-
Capítulo 10: amistad y sumisión
Fecha: 25/11/2025, Categorías: Grandes Series, Autor: Gregor, Fuente: TodoRelatos
... protegerse. Como si pudiera tapar su cuerpo de los ojos de Javier, de las cámaras, de ella misma. Mariana se arrodilló frente a ella, tomó sus manos y las apretó con fuerza. —Escúchame —le dijo, mirándola fijamente—. Esto es una mierda. Es una puta tortura. Pero lo haremos. Juntas. Controlaremos lo que podamos. El mensaje, la grabación, el lugar… todo. Y tú solo harás lo justo. Nada más. No te dejaré caer, Claudia. Te lo juro. Claudia abrió los ojos. Lentamente. No sonrieron. Ni siquiera un poco. Pero algo en su mirada cambió. Algo en ella se prendió otra vez. —Pero… tendré que hacerlo —susurró, como si aún no terminara de creérselo. —Sí —respondió Mariana—. Pero no estarás sola. Y aunque el miedo seguía allí, aunque el terror no se había ido, Claudia sintió, por un instante, que no estaba completamente perdida. Aunque el juego hubiera vuelto a empezar… no estaba sola y eso, por ahora, era lo único que la mantenía en pie. Claudia tomó el vestido azul que había dejado sobre la cama la noche anterior, como si fuera una prenda elegida para una ceremonia a la que no quería asistir. Era de algodón, suave al tacto, con tiras delgadas que se cruzaban en la espalda y se ajustaban a su figura como una segunda piel. Era corto, sí, pero no provocativo. No lo había escogido para seducir. Lo había escogido porque era rápido de quitar. Rápido de volver a poner. Nada de cierres, nada de botones. Solo tirar para abajo y volver a subir. Le quedaba ajustado, ...
... moldeaba su cuerpo como una caricia que no quería recibir. Le marcaba las caderas, le dibujaba la cintura, se pegaba a sus muslos como si no quisiera soltarla. Era un vestido bonito. Si no fuera por la situación, si no fuera por la mierda que se avecinaba, si no fuera por la humillación que la esperaba, podría haberla hecho sentir hermosa. Pero no era ese el caso. Hoy no. Hoy solo era una capa de ropa que la separaba de la vergüenza total. Nada más. Se lo pasó por la cabeza, lo acomodó sobre su cuerpo con dedos temblorosos, y se quedó mirándose un segundo en el espejo del armario. No sonrió. Ni siquiera se reconoció. Era ella, pero también era otra. Una Claudia que había aprendido a disfrazar el miedo con apatía. Una Claudia que se preparaba para hacer lo que no quería hacer, fingiendo que no le importaba. Se tomó la copa de vino de un solo trago. El líquido le quemó la garganta, le bajó rápido al estómago, como si fuera una inyección directa al sistema nervioso. Le pidió otra a Mariana. Y otra vez, sin palabras. Solo un gesto con la mano. Un “por favor” mudo. Mariana no protestó. No dijo nada sobre el alcohol, ni sobre el riesgo de que se le subiera rápido. Solo le sirvió. Y otra vez. Claudia no toleraba muy bien el alcohol. Nunca lo había hecho. Pero esa era la idea. Mientras más rápido le hiciera efecto, mejor. Así se sentiría más lejos de su cuerpo, como si estuviera viendo todo desde afuera, como si no fuera ella la que iba a hacer lo que Javier le había ...