1. Capítulo 10: amistad y sumisión


    Fecha: 25/11/2025, Categorías: Grandes Series, Autor: Gregor, Fuente: TodoRelatos

    ... fuerza y sus manos estaban listas para intervenir.
    
    —Te gusta, ¿verdad? —preguntó el taxista, moviendo el dedo dentro de Claudia.
    
    —Sí —respondió Claudia, con voz perdida—. Me gusta mucho. — No era cierto Claudia lo detestaba.
    
    Claudia, con voz perdida y mirando a la cámara, preguntó:
    
    —¿Quieres más?
    
    El taxista asintió, y Claudia sonrió ligeramente.
    
    —Entonces, pondme el plug de vuelta. Mi amo debe verme con él puesto cuando llame para su permiso.
    
    El taxista, sin dudar, sacó el dedo y comenzó a meter el plug de nuevo. Claudia sintió la misma mezcla de dolor y placer, la misma sensación de invasión y liberación. Gimió, un sonido que era una mezcla de sufrimiento y éxtasis.
    
    Claudia tomó su celular y le pidió espacio al taxista, que retrocedió al asiento del piloto y tenía ya la pija en la mano. Claudia no pudo distinguir el tamaño, pero sabía que estaba duro y listo para ella. Llamó a Javier en altavoz, humillándose ante él.
    
    —Am… amo —dijo, con voz temblorosa—. Este señor… ¿puede poseerme?
    
    Javier, con voz fría y calculadora, respondió:
    
    —¿Qué quieres que te haga este señor, putita?
    
    Claudia, humillada, respondió:
    
    —Quiero… quiero que me folle por el culo. Quiere ponerme de rodillas y follarme fuerte, hasta que grite. Y también quiere follarme la concha. Quiero que penetre por detrás y el quiere luego darme la vuelta y follarme mirando mis tetas, hasta correrse dentro de mí.
    
    Javier se rio, un sonido cruel y burlón.
    
    —No, putita. No te lo ...
    ... mereces. Vuelve a casa.
    
    Mariana, al ver la reacción del taxista, con la pija en la mano, tomó a Claudia del brazo y se bajaron del taxi corriendo. Claudia, con las embestidas del plug, se volvía loca, y unas cuadras más adelante, libres del susto, cayó al suelo convulsionando de un orgasmo intenso. No recordaría mañana lo que había pasado por el alcohol, pero nunca había acabado así. Era una mezcla de placer y dolor, de humillación y éxtasis, que la dejó exhausta y vacía.
    
    Mariana, con el corazón latiendo rápido, se acercó a Claudia y la abrazó fuerte.
    
    —Estoy aquí, Clau —dijo, con voz suave pero firme—. Vamos levantate, tenemos que seguir
    
    Claudia, con lágrimas en los ojos, asintió, sabiendo que, pase lo que pase, Mariana estaría ahí para protegerla.
    
    —Gracias, Mariana —susurró Claudia—. Gracias por estar aquí.
    
    Mariana la abrazó más fuerte, sintiendo el cuerpo tembloroso de su amiga contra el suyo.
    
    —Para eso estamos, Clau —respondió Mariana, con voz temblorosa—. Para apoyarnos mutuamente. Y algún día, vamos a hacer que este hijo de puta pague por todo lo que te ha hecho.
    
    Mariana llevó a Claudia a casa, ayudándola a subir las escaleras y entrando en el departamento. Claudia estaba tomada y cansada, apenas podía mantenerse en pie. Mariana la desvistió lentamente, quitándole el vestido y dejando al descubierto el plug aún encajado en su culo. Claudia se sentía puta, sucia, usada. Había jurado que nunca nada volvería a entrar nada ni nadie en su colita, y ahora, ...