Mi hermana, sus amigas y la madre que las parió - Relatos Eróticos

Mi hermana, sus amigas y la madre que las parió

... fui con ellos ya que tenía que tramitar documentos para la matricula antes de que cerrase la universidad por vacaciones. Esa semana de principios de junio me quede solo en el apartamento que mis padres tenían en el hotel que habían trabajado hasta esa fecha, y donde habíamos vivido los últimos diez años. Una vez terminadas las gestiones, me dedique a preparar todo lo que me llevaría a la casa de Laura, pues aparte de mi ropa, me llevaría mis libros, mi ordenador de mesa y mis juegos, ya que me gusta jugar un rato antes de dormir. También tuve tiempo para concienciarme de que viviría con dos de las chicas que desde hacía unos años me tenían sorbido el seso, y por qué no, también el sexo, pues tanto Lola como Lulu, junto a la gigantesca Violeta, eran las musas de mis tremendas pajas en las que me imaginaba revolcándome con alguna de ellas. No sabía cómo se comportarían las dos hermanas al convivir conmigo, pues a pesar de que siempre me trataron con simpatía y respeto, tenía la impresión de que sus risitas, que junto a mi hermana emitían tras saludarme, eran hasta cierto punto burlonas.

Por fin llego el día que nos mudamos a la casa de Laura, era el día quince de junio, ya pasada la media tarde, y al día siguiente mis padres se irían a tomar posesión de su nuevo destino laboral. Yo no conocía la casa de las amigas de Bea, y cuando la vi me asombré de lo grande y bonita que era, además de que tenía una parcela enorme, totalmente cercada por un seto que daba intimidad a la ...

... piscina de dimensiones nada despreciables que había en la parte trasera de la casa. Me asignaron una habitación en la segunda planta que daba a través de un balcón justo encima de esa piscina, y que me hizo sentir mucho más relajado al comprobar que tenía un baño incorporado completo, por lo que no tendría que compartirlo con ninguna de ellas.

Fue Laura, la que me acompaño junto a mi madre para enseñarme la habitación que había preparado para mí, y por su forma de tratarme y la sonrisa que me dedicaba empezó a caerme bastante mejor de lo que había supuesto, sobre todo cuando me dijo:

-Te he asignado este dormitorio porque es el más alejado de los otros, y que al igual que los demás tiene su propio baño, ya que, al ser tantas mujeres en la casa, supongo que querrás un poco de intimidad. Por cierto, tanto el dormitorio como el baño es cosa tuya de que este siempre reluciente como el oro.

-Es usted muy amable …

-Coño, no me llames de usted, - dijo como espantada ante las risas de mi madre - ¿Tan vieja me ves? Llámame como lo hacen mis hijas y tu hermana, Lau, me gusta ser una más, no la jefa mandona.

-Gracias Lau, eres muy amable, y no te preocupes, la habitación estará siempre inmaculada. – le dije con una sonrisa sincera – Y no te veo vieja, al contrario, creo que eres la madre más joven y guapa de todas las compañeras de mi hermana.

-Vaya forma de llamarme vieja. – dijo riendo mi madre – Anda vamos que el niño coloque sus cosas, y no te preocupes, es mucho más ...