Su última adquisición, Cap. 10 - Relatos Eróticos

Su última adquisición, Cap. 10

Capítulo Diez

Días bajo un cielo azul y blanco

El sol le quemaba los ojos desde afuera hacia adentro. Yacía en un jergón blanco en una habitación blanca, contemplando por la ventana la blancura de una playa de arena y el azul de un cielo brillante.

em no tenía ni idea de cómo había llegado a ese curioso palacio de líneas blancas y angulares, tan diferente del pesado brocado y el mundo de la sumisión sexual, adornado con madera. Al menos así era su mundo adoptivo desde su humilde perspectiva. No tenía ni idea de cómo había llegado a la habitación blanca y austera, sola y atada a un jergón cubierto con una sábana blanca y limpia.

Estaba abierta en X, boca arriba, con la cabeza obligada a apartar la vista cuando el sol entraba a raudales por la ventana, cegándole los ojos. Quería ver más, pero le dolía la cabeza, y era más fácil cerrar los ojos y dejarlos descansar. Recordó el sedán marrón que recorría la ciudad a toda velocidad, zumbando por el distrito industrial plagado de almacenes, montacargas y edificios destartalados, hasta que desembocó en los espacios abiertos que ocupaba una pista de aterrizaje privada, una delgada franja de vertedero que se extendía hacia la bahía. El conductor y otro hombre que la esperaba la sacaron del coche. Aunque le habían quitado la barra que le sujetaba las piernas, permanecía desnuda, atada con la única cadena y esposada. La escoltaron hasta la pista y la subieron apresuradamente por las escaleras de un pequeño avión corporativo ...

... bimotor. El aire frío le golpeó la piel; el viento de la bahía se volvió más intenso al ponerse el sol. Sintió frío en el cuerpo, apenas después de haber entrado en calor dentro del coche, donde la temperatura había sido soportable, pero no precisamente confortable.

Aunque había algunas personas en los alrededores para ver cómo transportaban a la esclava desnuda, pocas se molestaron en observar lo que debería haber sido un espectáculo extraordinario. ¿Se habría descontrolado el mundo entero?

Para prepararla para el vuelo, la sujetaron a un asiento estándar de avión con la barra separadora colocada entre las piernas. Sin embargo, esta vez le quitaron las esposas y le sujetaron las manos a los brazos del asiento. Aunque no había dicho ni una palabra en todo el viaje, le colocaron una mordaza en la boca por si acaso sentía la tentación de gritar, como si eso le sirviera de algo a una milla de altura.

El vuelo transcurrió en calma, tan tranquilo que se quedó dormida a pesar del preocupante temor con el que viviría hasta que el orden volviera a su vida, si es que alguna vez iba a haber una vida con la que pudiera contar. ¿O solo un revoltijo de escenas, una tras otra, hasta que se le agotara el tiempo?

Era propiedad privada desde el momento en que salió de la oficina de Dylan Kincaid hasta que la bajaron del avión en otra pista privada y la llevaron a lo que, según ella, sería un centro de entrenamiento para esclavos. Yacía allí, sobre el jergón blanco de la habitación ...