Su última adquisición, Cap. 10 - Relatos Eróticos

Su última adquisición, Cap. 10

... blanca, contemplando el océano brillante, preguntándose si el avión se había estrellado y si estaría en una celda de espera para el cielo.

***

“¡Ah! Estás despierta.”

em levantó la vista; aún tenía la vista borrosa, aunque tenía los ojos abiertos e intentaba enfocar el rostro de una mujer.

“Evelyn y Charles estarán encantados.”

Evelyn y Charles. Conocía a Evelyn y Charles.

Clientes de Justin. Pero ciertamente no eran las mismas personas. Recordó su última visita a su villa en Florida. Las vacaciones de tres días en el paraíso, hacía apenas un año, habían sido de las mejores que había tenido con su esposo en mucho tiempo. Ahora no tenía marido y no tenía esperanzas de disfrutar de unas buenas vacaciones como aquellas. Pero recordaría aquellos días con cariño: Evelyn y Charles eran una pareja encantadora, quince años mayores que ella y Justin, pero aun así divertidísimos. Nadaban, jugaban a las cartas, comían comida estupenda y bailaban en varias discotecas de playa. Ella cobraba vida en su animado mundo, disfrutando de su alegría, del brillo divertido en los ojos de Charles cuando coqueteaba con ella, como si conociera secretos que ella desconocía, y de Evelyn cuando la abrazaba con un aire fraternal que despertaba en ella un espíritu sensual que la a veces mojigata Emily rara vez expresaba.

em sonrió ante sus breves recuerdos y volvió a concentrarse en el mundo borroso que se extendía ante sus ojos.

La mujer que había tras la voz era una mujer ...

... voluptuosa, de caderas anchas y piel oscura, que vestía un uniforme de sirvienta de algodón blanco: vestido, delantal y zapatos cómodos. Algo en su apariencia le resultaba familiar, pero aún no lo tenía claro. Con una sonrisa, la mujer desató con cuidado las correas que la sujetaban al jergón blanco y la ayudó a ponerse de pie.

La mujer corpulenta levantó la vista para verle la cara, acariciando cariñosamente el brazo deem. "Eres preciosa en persona", dijo con admiración.

Qué extraña forma de hablar, pensóem, pero solo era un momento extraño que se añadía al anterior. No podía esperar menos.

Fuera de su habitación blanca, el mundo se expandía, tanto que le dolían los ojos al ver ante ella un mar de follaje verde y, más allá del verde, más blanco y ángulos. Sin embargo, antes de que pudiera asimilarlo todo, le vendaron los ojos; no la mujer corpulenta a su lado, sino alguien que caminaba detrás de ella y la empujó suavemente hacia adelante. Temblando de excitación,em caminó con cautela, como si en cualquier momento fuera a caerse. La escoltaban la criada y la misteriosa persona que iba detrás. Caminar a ciegas era difícil. Cuando le dijeron que se detuviera, obedeció con gusto.

"Arrodíllate," le ordenaron aem cuando el trío finalmente se detuvo. "Y separa bien las rodillas, por favor". La instrucción adicional no era sorprendente considerando cómo habían dispuesto su cuerpo en el coche y en el avión. Allí no tendría pudor. Era curioso cómo cosas que antes la preocupaban ya ...