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De rodillas- capítulo 2
Fecha: 06/12/2025, Categorías: Infidelidad Autor: inerme, Fuente: TodoRelatos
... hizo temblar de deseo y miedo. —¿Querés que te la meta? —preguntó sin esperar respuesta. —Sí, Amo —le dije, con la voz quebrada, sin poder ni querer negar lo que ardía en mi cuerpo. Me levantó y me estampó contra la pared. Sus manos apretaban mis muslos, sus dedos clavándose como garras que reclamaban cada pedazo de mí. Hundió su lengua en mi boca, sin ternura ni cuidado, como si quisiera arrancarme el alma a la fuerza. Me tiró al piso otra vez. Ató mis muñecas con una soga que olía a él, a sudor, a castigo. Me tapó los ojos con una venda negra y me obligó a abrir la boca para escupirme. El vacío era castigo, pero también fuego en la piel. —¿Querés que te coja? —Sí, Amo. —¿Y si no lo hago? —También, Amo. Me tenía contra la pared como si el mundo no existiera. Como si no hubiera pasado el tiempo. Como si yo le siguiera perteneciendo Me golpeó el culo con la palma de la mano. Un golpe seco y fuerte que me arrancó un gemido roto, desde lo más profundo de la garganta. Me giró con una sola mano, presionándome la nuca contra el revoque frío. Sentí el crujido leve de mi campera deslizándose contra el yeso viejo. Con la otra, me bajó la ropa interior de un tirón, brutal, haciéndola caer hasta mis tobillos como si fuera basura. —¿Esto es lo que extrañabas? —me escupió al oído, con la respiración despareja—. ¿Venir gateando apenas te llamo? Ni siquiera pude contestar. Porque era verdad. Porque mi cuerpo ya le había respondido antes que yo. El aire me salía ...
... entrecortado, con el pecho contra la pared y la cara apretada al lado del interruptor. Me separó las piernas con la rodilla. Me metió dos dedos de golpe, sin avisar, sin piedad. (Mojada como si hubiese estado esperándolo toda la semana.) —Siempre tan lista, ¿no? —me gruñó—. Sos mi putita aunque te vayas con otro a dormir tranquila. Movía los dedos con ritmo brutal. Sin pausa. (Me golpeaba con la palma el clítoris cada tanto, como si quisiera castigarme por haberme ido.) Yo ya no hablaba. Solo temblaba. Gemía bajo, con la boca mordida y el corazón golpeando en el cuello. Me sacó los dedos y se los llevó a la boca, mirándome. —Una asquerosa —murmuró—. No cambiaste nada. Me hizo agacharme otra vez. Esta vez sin hablar. Solo con la mirada. la pija ya la tenía dura, brillosa, venosa. Me la apoyó en los labios y no esperó. Me agarró del pelo con una mano, con la otra me sostuvo de la mandíbula. —Tragalo todo —ordenó—. Como te enseñé. La metió hasta el fondo de una. Me lloraron los ojos, me ardía la garganta. Me sostuvo ahí, quieta, hasta que casi me ahogo. Me tironeó el pelo hacia atrás, me miró baboseada, ahogada, con la cara roja. —Así me gustás —escupió—. Destrozada. Me agarró de los brazos y me levantó como si yo no pesara nada. Me empujó hacia el sillón rajado del living. Me tiró boca abajo. Me mordió el cuello. Me pellizcó el costado. Me metió una mano entre las piernas de nuevo. —Toda mía, ¿no? Aunque duermas con él. Sos mía. Mi cuerpo ...