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Kilómetros de Deseo
Fecha: 08/12/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Mentula, Fuente: TodoRelatos
... Un poco más cerca de los labios de lo necesario. Y se fue. **Dos días después**, mientras desayunaba en una venta de carretera, recibí un mensaje. Teresa:* "Hola, Javier. He visto que vuelves mañana a Sevilla. ¿Podrías recogerme en Punta Umbría? Estoy junto a la playa. Te paso la ubicación si puedes desviarte un poco."* La leí varias veces. No era especialmente sugerente. Pero había un tono, una pausa, un equilibrio entre formalidad y cercanía que me removió. *"Por supuesto. Paso después de comer. ¿Te va bien sobre las 18h?"* **Teresa:***"Perfecto. Te espero. Avísame cuando estés cerca :)"* Ese emoticono me pareció más cálido de lo que debía. Llegué a su apartamento a eso de las siete. El tráfico había sido lento y, para rematar, el coche empezó a avisar con un sensor: rueda trasera baja. Al aparcar, ya podía verlo a simple vista: algo se había clavado. Nada grave, pero necesitaba asistencia. Llamé al seguro. Me dijeron que vendrían, pero tardarían. Suspiré. Ella bajó a abrirme. Llevaba un pareo suelto, el cabello húmedo. Estaba descalza. —¿Problemas? —preguntó.—La rueda. Se ha clavado algo. Vienen a cambiarla, pero no sé cuánto tardarán.—Pues pasa. No vas a quedarte en la calle con este calor. Entré. El apartamento era sencillo, fresco, lleno de luz. Ventanas abiertas, olor a mar. Libros por todas partes. Un tocadiscos, una planta medio muerta. Y un sofá amplio frente a la terraza. —¿Te apetece una cerveza?—Claro. Gracias. Nos ...
... sentamos fuera. El mar era un murmullo constante. Brindamos sin ceremonia. Hablamos de nada. De todo. —No creo que llegues hoy a Sevilla —dijo al cabo de un rato, como quien comenta el clima.—Yo tampoco.—¿Te quedas aquí, entonces? Hay cama de invitados. Sábanas limpias, lo prometo. No lo dijo coqueta. Lo dijo real. Con naturalidad. Asentí. La noche se fue desplegando lentamente, con la tranquilidad de un suspiro que se alarga. El apartamento tenía esa calidez sencilla, con luces tenues y el suave aroma del mar colándose por la ventana abierta. Teresa encendió un par de velas que tintineaban en la mesita del salón, y el parqué crujió bajo nuestros pies mientras nos acomodábamos con las copas de vino en la mano. —No sabía que alguien tan joven pudiera apreciar un buen vino de Jerez —me dijo con una sonrisa pícara, alzando su copa para brindar. —Lo aprendí por necesidad —respondí—. En marketing todo se aprende rápido, hasta los placeres. Reímos juntos, y el sonido me pareció más cercano que nunca. La música de fondo, una selección de jazz suave, envolvía la habitación y parecía sintonizarse con el ritmo de nuestra respiración. Poco a poco, los juegos de miradas se hicieron más prolongados. Teresa movía la copa entre sus dedos, jugaba con el vino en su boca, y yo sentía como cada pequeño gesto aumentaba la electricidad en el aire. La distancia entre nosotros se acortó sin que ninguno dijéramos una palabra. Cuando me habló de sus años sin sexo, sus ojos ...