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Kilómetros de Deseo
Fecha: 08/12/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Mentula, Fuente: TodoRelatos
... brillaban con una mezcla de honestidad y vulnerabilidad que me conmovió. —Lleva tiempo —dijo—. No es solo la falta de compañía, es como si hubiera olvidado cómo sentir. Cómo dejarme llevar. No supe qué responder al principio. La idea de ser ese puente para ella me sobrecogía y excitaba a partes iguales. Me acerqué un poco más, hasta que nuestras rodillas casi se tocaban. —Podemos empezar por lo básico —le susurré—. Por reencontrarnos con el tacto, el tiempo, el silencio entre besos. Su sonrisa se amplió, y sin más, apoyó la mano sobre la mía, apretándola suavemente. Fue un gesto pequeño, pero lleno de significado. Nos levantamos y nos acercamos al sofá. La música pareció ralentizarse mientras nuestras miradas se cruzaban, buscando permiso, queriendo avanzar sin asustarnos. El primer beso fue suave, casi tímido, como la caricia de una brisa en verano. Pero a medida que nuestros labios se exploraban, la tensión creció. Los dedos de Teresa acariciaron mi mejilla, descendiendo por el cuello, y sentí que su respiración se aceleraba. Yo sentía que mi corazón golpeaba con fuerza, no solo por el deseo, sino por el miedo a romper esa frágil confianza que comenzábamos a construir. —¿Quieres que pare? —pregunté, queriendo ser cuidadoso. Ella negó con la cabeza, dejando que mis manos siguieran el contorno de su cuerpo, deteniéndose en sus hombros y bajando lentamente. Noté su piel estremecerse bajo mis dedos. Al poco, me vi atrapado en un juego sutil de ...
... caricias y silencios, de respiraciones entrecortadas y sonrisas que hablaban más que cualquier palabra. Cada roce parecía encender un fuego lento, que nos envolvía con calor y deseo. Nos desvestimos despacio, sin prisa, disfrutando del descubrimiento mutuo. Ella me mostró cada línea, cada curva, con la confianza de quien sabe que este momento es suyo tanto como mío. En la penumbra, sus manos temblaron al rozar mi pecho, y yo me perdí en la suavidad de su piel, en el aroma que llevaba la brisa marina. Cuando por fin nos unimos, fue como un suspiro contenido durante demasiado tiempo que por fin se libera. El tacto, los besos, la mezcla de ternura y pasión nos llevó a un espacio sin tiempo ni reglas. Nos movíamos con una cadencia imperfecta pero sincera, explorando sensaciones, emociones y el placer que nace cuando dos cuerpos se encuentran con respeto y deseo. Después, tumbados juntos, susurramos historias, risas y promesas que no eran más que el preludio de lo que quedaba por venir. La mañana siguiente, tras el problema del coche resuelto, decidimos aprovechar el día en una playa (nudista) que conocía cercana El sol comenzaba a calentar la arena cuando llegamos a la playa. La brisa marina se mezclaba con el aroma salado del océano, y el sonido constante de las olas parecía marcar el ritmo de nuestros corazones acelerados. Nos miramos con una mezcla de complicidad y deseo que no podía ocultarse. Nos despojamos de la ropa con una naturalidad que solo quienes ...