-
Kilómetros de Deseo
Fecha: 08/12/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Mentula, Fuente: TodoRelatos
... se sienten libres pueden tener. El contacto del aire cálido con la piel desnuda despertó todos mis sentidos. Teresa tenía la piel suave, el contorno de su cuerpo era un mapa que quería recorrer con las manos y los labios. Nos adentramos juntos en el agua, fría y fresca, y la sensación de la sal en nuestra piel encendía un fuego distinto. Bajo la superficie, nuestras manos empezaron a explorarse con sigilo, rozando sin prisa, tanteando con curiosidad. Mis dedos siguieron el contorno de su espalda, subieron lentamente hasta sus hombros, mientras ella apoyaba sus manos en mis brazos, aferrándose a mí con una mezcla de necesidad y timidez. Sus labios rozaron mi cuello mientras las olas nos mecían suavemente. El agua era un velo que disimulaba, pero no podía ocultar la tensión creciente entre nosotros. La sensación del cuerpo de Teresa pegado al mío, sus manos atreviéndose a explorar con más confianza, hizo que mi respiración se acelerara. Los besos se hicieron más profundos, más urgentes, y sentí cómo la presión entre nosotros crecía con cada instante. Pero el espacio abierto, la gente a lo lejos, la conciencia de que aún estábamos en público, nos hizo retroceder con una sonrisa cómplice. —Necesito más —susurré cerca de su oído, sintiendo cómo su piel respondía al calor de mi voz. Ella asintió, con una mirada que lo decía todo. Regresar al apartamento ya no era una opción, era una necesidad. Nos tomamos de la mano y, con pasos rápidos y risueños, dejamos la playa ...
... detrás, el mar y sus secretos. De vuelta en el refugio fresco del apartamento, la puerta apenas cerrada tras nosotros, la tensión se desató sin reservas. Nos besamos con urgencia, manos que recorrieron cuerpos con un hambre contenida pero imparable. Teresa me llevó hasta el dormitorio, donde la luz tenue sólo hacía destacar la curva de su piel iluminada. Cada caricia era un descubrimiento, cada suspiro una promesa. Cuando nuestros cuerpos se unieron, fue con la fuerza de quienes han esperado demasiado. La pasión crecía en oleadas, y yo me entregaba a ella con la misma intensidad. Llegó el momento en que bajé la mirada y mis labios encontraron la piel cálida y sensible de Teresa. El contacto de mi boca con su piel la hizo estremecer, sus dedos enredándose en mi cabello mientras me pedía más con sus gemidos suaves y profundos. La entrega era total, la conexión innegable. La sensación de deseo mezclada con ternura me envolvía. Cada momento era una mezcla de placer y emoción que parecía suspendida en el tiempo, un instante eterno en el que sólo existíamos nosotros dos. Después de horas entregados a nosotros mismos, el cansancio nos abrazó en silencio. Nos quedamos dormidos enredados entre sábanas, con el mar susurrando a lo lejos y el sol despuntando por la ventana. Esa mañana parecía prometer nuevos comienzos. Al día siguiente, con el cuerpo aún vibrando en ecos de placer y la piel aún impregnada de sal y vino, emprendimos el regreso a Sevilla. El viaje fue más ...