El esposo del Mafioso. Cap XI - Relatos Eróticos

El esposo del Mafioso. Cap XI

... padre, siempre me han visto como alguien débil, alguien que no puede participar en nada. Pensé que podía demostrar lo contrario… y no consideré tus órdenes.

Pietro sintió un nudo en el pecho. Él mismo había sido parte de esa imagen: había sido él quien ordenó que no lo mandaran a misiones peligrosas.

—Aunque… — continuó Augusto, — Si mi castigo por desobedecer siempre será de esa manera… creo que estoy dispuesto a arriesgarme.

Le dijo con un tono juguetón.

Pietro lo miró y sonrió, le encantaba que Augusto tuviera esas insinuaciones con él.

—El siguiente castigo puede no ser tan placentero. Creeme que no quieres probar ese lado mío. — le dijo Pietro con ese tono que hacía que a Augusto le temblaran las piernas y se le acelerara el corazón.

—¿Siempre has sido así? ¿Tan... protector?

—No con todos —respondió él, suave—. Contigo es diferente.

—¿Y eso desde cuándo?

Pietro entrecerró los ojos, divertido por la pregunta.

—¿Quieres saber desde cuándo me gustas?

Augusto asintió, aunque evitaba su mirada. Sentía la piel arder otra vez.

—Es difícil decir desde cuando comenzaste a gustarme, tal vez desde siempre, desde que quería protegerte, en aquel entonces me parecías tan frágil.

Augusto frunció el ceño, incrédulo.

—Pero apenas y me hablabas…

—Porque sabía que si lo hacía no me iba a contener. Y yo necesitaba... preparar todo —le confesó, bajando la voz.

—¿Preparar todo? — Más preguntas surgieron en Augusto con esa confesión.

—Si, ...

... sabía que no sería fácil que estuvieras dispuesto a estar conmigo.

Augusto se mordió el labio. Pietro tenía razón, si no se hubiera visto orillado a hacerlo, tal vez nunca se habría abierto a la idea.

—¿Porque no solo me forzaste?

Pietro sonrió mirando al techo.

—Porque no solo te quiero para que calientes mi cama, hubiera podido tomar a cualquiera pero a ti te quiero para compartir mi vida. Si, tal vez hubiera sido fácil tomarte a la fuerza pero nada es más satisfactorio que verte entregado a mi por tu propia voluntad.

—¿Y has tenido muchos antes que yo?

La pregunta salió como un susurro, casi sin querer.

Pietro lo miró en silencio un momento, luego deslizó sus dedos por su mandíbula.

—Veo que aún te queda mucha energía, ¿Acaso no te canse lo suficiente?

—Disculpa… solo es algo que me he preguntado desde hace días, siempre se te veía con muchas mujeres, creía que eras un mujeriego cruel y desalmado que solo las usaba y deshecha.

—La gente veía lo que yo quería que vieran Augusto y respecto a tu pregunta fueron pocos. Algunos hombres, algunas mujeres. Pero ninguno me ha hecho sentir lo que tú me haces.

—¿Y… todos esos… también sabían que podías ser así de… tierno?

Pietro soltó una carcajada baja.

—¿Tierno? Amor… solo tú me vuelves así.

—¿Y tú? —preguntó entonces Pietro, girando levemente para encararlo—. ¿A cuántas personas has amado antes?

Augusto se quedó en silencio unos segundos.

—Amado, como tal… a nadie. Pero sí estuve con ...