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La joven ama
Fecha: 13/12/2025, Categorías: Hetero Incesto Sexo con Maduras Autor: Ericl, Fuente: SexoSinTabues30
... tan vasto que bien podía tomarle diez minutos llegar de un ala a otra. Mientras buscaba a su joven ama para anunciar que había terminado, escuchó voces infantiles que lo hicieron detenerse. Yesenia y un niño que no conocía reían juntos. Adolfo se asomó, curioso. Yesenia lo notó enseguida y le dedicó una sonrisa cómplice, de esas que no suelen regalarse fácilmente. —Ven, no te escondas —dijo con picardía—. Te presento a Gabriel… no el General, ¿eh? El otro niño rio, haciendo una reverencia exagerada. —Sin galones ni castigos, lo prometo. Lo invitaron a jugar y Adolfo, con algo de duda, aceptó. Pronto la risa lo envolvió también. —¡Te atrapé! —gritó, abalanzándose sobre una figura pequeña. —¿Eres Yesenia, verdad? ¡Lo supe por lo delgadita que eres! Se quitó la venda… y sus ojos se toparon con los de Sofía. Aún la sostenía entre sus brazos. La cercanía era nueva, inesperada. El calor entre ambos se volvió palpable. —Eres la señorita Sofía… —susurró, soltándola con torpeza. Ella bajó la mirada, el rubor extendiéndose por su cuello como un amanecer tímido. —Parece que se estaban divirtiendo mucho… Yesenia se acercó al oído de Sofía, susurrándole algo con malicia. Ella dudó… pero luego asintió, con una chispa luminosa encendida detrás de la timidez. —Conozco un lugar perfecto para jugar… donde nadie nos molestará. Corrieron hasta el granero. El olor del heno viejo, el crujir de la madera y la penumbra acogedora creaban una atmósfera más ...
... salvaje que inocente. Entre los sacos y el polvo flotante, se desató una persecución que ya no era sólo un juego. —¡Ven a buscarme! —¡Cuidado con el molino de arroz! Adolfo tropezó otra vez, y fue con Sofía. Esta vez, cayeron entre risas, cuerpos enredados, los ojos demasiado cerca. —¡Oh, Dios! Sus respiraciones se mezclaban como un secreto compartido. Y ahora, era el turno de la señorita. —¡Iré por ti, Yesenia! Adolfo se dejó atrapar, voluntario. Y en su rostro, por primera vez en muchos días, apareció una sonrisa sincera. Más tarde, Isadora lo recibió en una sala de paredes azules y jarrones antiguos. El perfume denso que flotaba en el aire tenía algo de jazmín, pero también de pólvora y promesas. —¿Te ha ido bien? —Sí, señora. Gracias a usted y a los demás. —Acércate. —Sí, señora… Su voz era un roce de terciopelo y filo. Isadora lo miró como se mira un vino joven, midiendo su cuerpo con una lentitud que rozaba lo indecente. Cuando Adolfo dio un paso más, notó la forma en que ella se acomodaba en el diván, dejando ver apenas una liga negra bajo la falda de terciopelo. Un grito se escuchó desde afuera como una campana de guerra. —¡El general Gabriel ha regresado! Todos corrieron. Adolfo se quedó en el umbral, viendo desde detrás de los adultos a un hombre de andar poderoso, con una capa roja ondeando como fuego. Era el tipo de hombre que llenaba la habitación incluso antes de entrar. Mientras tanto, no muy lejos, en la zona ...