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El confidente de mamá// Cap. 9
Fecha: 17/12/2025, Categorías: Incesto Autor: JOS LIRA, Fuente: TodoRelatos
... exclamó Agustín—. ¡Imagina a tu Nandito tocándote, metiéndote la lengua en la panocha mientras te hago gritar! ¡No lo niegues, putota, te estás viniendo! Mamá gritó, un alarido que mezclaba pánico y placer: —¡No puede ser más cerdo, puto viejo de mierda, es un niño nada más! Mamá gimió, un sonido que resonó en el cuarto: —¡Aaah, don Agustín, no, ya, ya, ya! *** Y entonces lo que vino después fue peor: Me acerqué a la cama, a un metro de su culo, el corazón me latía tan fuerte que temí que ella lo oyera, aunque estuviera vendada. Mis rodillas rozaron el borde de la cama, el colchón crujió bajo mi peso, y el aire caliente del cuarto me sofocó, cargado con el hedor almizclado de su sexo y el perfume floral que siempre usaba. Cada jadeo suyo era un puñal que me clavaba más profundo en este infierno, y aunque quise correr, mis ojos se negaron a apartarse de su cuerpo expuesto, de los muslos temblorosos que goteaban deseo, de la curva de su espalda arqueada como una ofrenda. El abuelo Agustín, grandote y moreno, soltó una carcajada ronca que retumbó en el cuarto, un eco que me erizó la piel. —¡Prepárate, Candelita, mi reina, que te voy a reventar, y delante de tu hijo! — exclamó, su voz destiló un dominio feroz. Desabrochó su pantalón con un movimiento brusco, dejó caer la tela al suelo, y sacó su verga, enorme, gruesa, venosa, morena, que palpitaba con una furia viva, la punta relucía con una gota viscosa que se estrelló contra el piso. El ...
... viejo agarró las nalgas de mamá, las separó con una fuerza salvaje, los dedos se hundieron en la carne hasta que la piel palideció bajo la presión, marcas rojas brotaron como heridas frescas que relucieron bajo la luz tenue del cuarto. La carne de sus nalgas vibró, expuesta, los muslos abiertos dejaron los pliegues de su vagina a la vista, hinchados, relucientes, goteando jugos que formaron un charco viscoso en la sábana arrugada. —¡Qué sabrosa estás, nuerita! El ano, un anillo oscuro y apretado, latió con un ritmo propio, rodeado de piel morena que brillaba por el sudor. Entonces el abuelo deslizó su verga gruesa, venosa, morena, palpitante, por la raja de su culo, rozó el ano con la punta, dejó una estela húmeda, bajó hasta los pliegues empapados, el roce produjo un sonido viscoso que retumbó en el silencio. Sin aviso, embistió con brutalidad, la verga se hundió en la vagina de mamá hasta la raíz, los huevos chocaron contra sus muslos con un chasquido carnoso que resonó, un sonido crudo, animal, que marcó el inicio de un asalto feroz. Y mi madre gritó, se estremeció, todo su cuerpo se escalofrió y se le puso tenso. Candelita aulló, un alarido desgarrador: —¡Aaaah, viejo hijo de puta, me partes la panocha! Su cuerpo se sacudió, los muslos temblaron, la carne vibró con cada embestida, los jugos brotaron en un chorro fino que salpicó los huevos del viejo, resbalando burdamente por la sábana, que empapó la tela hasta formar un lago pegajoso que brillaba bajo ...