1. Mi profe de yoga


    Fecha: 22/12/2025, Categorías: Fantasías Eróticas Lesbianas Zoofilia Autor: Moechustrefe, Fuente: SexoSinTabues30

    ... debía abrirme a ellas si quería alcanzar el máximo nivel de emociones plenas.
    
    En mi estado, asentí y pensé en qué otros seres había en el lugar que mencionaba, hasta que me di cuenta de que los únicos presentes eran sus perros.
    
    Se me acercó por detrás, se arrodilló y comenzó a masajearme los hombros, la columna cervical y el cuello con aceite, guiándome para cambiar de posición con cada masaje que iniciaba.
    
    Fue sumamente placentero.
    
    Siguieron varios minutos de masajes y posiciones hasta que quedé arrodillada con la cintura inclinada hacia adelante y los brazos extendidos, apoyado en el sofá. Me masajeó la columna, vértebra por vértebra, desde el cuello hasta el coxis.
    
    Después de unos instantes, me pidió que separara bien las rodillas para trabajar las caderas. Me dijo que se acercaba una nueva fase sensorial y que tenía que disfrutarla al máximo.
    
    La miré de reojo con los ojos entornados y, confiando plenamente en ella, dije que sí.
    
    Mientras continuaba con sus masajes, llamó a Tim, el beagle, quien obedeció y vino hacia nosotros. El perro se acercó, meneando la cola alegremente, dándole besos a su dueña y algunos a mi en la pierna.
    
    Miré con ternura a Tim, sentado a nuestro lado, meneando la cola, mientras sentía las manos de Adriana recorrer mi espalda con sus masajes.
    
    Esta vez, no se detuvo en el coxis; continuó con sus dedos entre mis nalgas, separándolas ligeramente, abriendo mis labios vaginales con un par de dedos y masajeando mi ...
    ... clítoris.
    
    Gemí dulcemente y la vi sonreír. No me lo esperaba para nada, pero continuó con sus masajes circulares y con la otra mano, separó mis piernas un poco más.
    
    Mis sentimientos y yo ya estábamos en otro mundo…
    
    En medio de este tsunami sensorial, noté que le decía algo al perro, y él automáticamente se colocó entre mis piernas y comenzó a lamerme la vulva con avidez, pasando su lengua desde mi ano hasta mi clítoris de forma sostenida y continua.
    
    Me estremecí; nunca había experimentado algo así en mi vida. No pude controlar nada, y pronto exploté en un orgasmo tremendo lleno de gemidos y espasmos.
    
    Adriana me tomó la cara entre las manos y, con una amplia sonrisa, dijo:
    
    «Bienvenida… a este nivel, has comenzado un camino sin retorno…»
    
    Me besó dulcemente en la cara y se levantó, apoyando ambas manos en mis caderas, y me dijo que íbamos al siguiente paso, que ella me guiaría en lo que seguía, que mantuviera la calma.
    
    Obedecí dócilmente, dentro de mi estado.
    
    Sentí que me daba una palmada en la cola, y creí que era una señal de aprobación, pero en realidad no lo era. Le estaba dando una orden a Tim.
    
    El perro puso sus patas delanteras en mi espalda y, agarrándome por los lados de las caderas, se acercó a mi cuerpo y se apoyó en mí.
    
    Adriana me susurró al oído con su voz tranquila y serena:
    
    «Tranquila, tranquila, yo te guiaré… disfruta». Inmediatamente, sentí que el perro me rozaba los labios vaginales tres o cuatro veces seguidas, como si me estuviera ...
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