1. Capítulo III. Primer Contacto


    Fecha: 22/12/2025, Categorías: Gays Autor: Jordi97, Fuente: TodoRelatos

    ... cine.
    
    Se puso colonia y en bastante cantidad. Más de lo habitual. Cuando salió del cuarto, Dani lo miró de arriba abajo.
    
    —Estás muy bien, primo. Vas a romper corazones.
    
    Iván no supo si reírse o salir corriendo. Sentía el cosquilleo en la piel, como si cada prenda que se ponía lo acercara a una versión de sí mismo aún desconocida. Y de fondo, una pregunta nueva: ¿qué esperaba encontrar esa noche?
    
    El bar no era como lo había imaginado. Nada de luces de neón ni desenfreno. Era un lugar íntimo, con música suave —una mezcla de deep house y pop electrónico latino—, luces bajas y un ambiente cargado, sí, pero de un erotismo contenido, elegante. Había torsos al aire, sí. Pero también conversación, risas, miradas largas. Gente que se tocaba el brazo con ternura. Parejas de todas las edades. Un universo paralelo al suyo.
    
    Entró tenso. Dani le presentó a un par de amigos. Uno lo saludó con dos besos. Otro, más directo, le susurró al oído:
    
    —¿Y este bombón de dónde ha salido?
    
    Iván sonrió, incómodo, pero halagado. Se apoyó en la barra. Pidió una Desperados. El ambiente era hipnótico. Hombres bailaban lento, se tocaban con suavidad, se besaban con ternura salvaje. Un lenguaje propio de cuerpos.
    
    Y entonces lo vio.
    
    Un chico rubio, piel morena (mexicano, quizá), barba corta, ojos verdes brillando en la penumbra. Estaba a unos metros, apoyado en la pared. Lo miraba sin miedo.
    
    Iván sostuvo la mirada. Sintió un vuelco en el estómago. Luego miró a otro lado. Pero al ...
    ... volver, el chico seguía allí. Sonriendo apenas. Seguro de sí mismo. Con una copa en la mano.
    
    El chico se acercó. No dijo nada. Solo se puso a su lado en la barra.
    
    —¿Primera vez aquí? —preguntó, sin mirarlo directamente.
    
    Iván asintió.
    
    —Se nota. Pero no estás tan perdido —añadió, sonriendo.
    
    Le pasó una cerveza. Al rozarse las manos, Iván sintió una descarga. Bebió para disimular.
    
    —Soy Elías —dijo al fin—. ¿Y tú cómo te llamas, chavo?
    
    Iván parpadeó. El acento era claramente distinto, como si de pronto el ritmo de la noche tuviera otra melodía.
    
    —Iván —respondió.
    
    —Pues mucho gusto, Iván. ¿Estás disfrutando esto o nomás viniste a mirar?
    
    Iván rió por lo bajo. No sabía si era un juego o una provocación.
    
    Charlaron un rato. Elías soltaba palabras como “chingón”, “padre”, “la neta”, y Iván intentaba seguirle el ritmo, divertido y fascinado por el contraste. Cada expresión mexicana se le metía bajo la piel como un escalofrío distinto.
    
    Un chico alto y afeminado, con labios pintados y camiseta de red, se acercó con una sonrisa pícara.
    
    —¿Me lo prestas un momento, guapo? —le dijo a Elías.
    
    Iván se rió nervioso, pero no se apartó. El nuevo chico se acercó a Iván y le susurró:
    
    —Si eres nuevo aquí, deberías probar de todo. Yo estoy aquí para enseñarte los secretos del lugar.
    
    Elías los observaba con una ceja levantada, entre curioso y divertido. La tensión aumentaba.
    
    —Déjalo respirar, Matías —dijo Elías—. Está todavía crudo, ¿no ves?
    
    Iván se ...
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