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Capítulo III. Primer Contacto
Fecha: 22/12/2025, Categorías: Gays Autor: Jordi97, Fuente: TodoRelatos
... —susurró—, pero no lo voy a hacer hoy. —¿Por qué no? —preguntó Iván, casi sin pensar. —Porque no soy de esos que se van directo. Me gusta calentar lento, ¿sabes? Que la cosa se ponga bien sabrosa —dijo Elías con una sonrisa ladina, atrevida, erótica. Iván tragó saliva. Su cuerpo pedía más. Pero su mente estaba aún en el baño, en esa boca anónima, en ese placer sucio que lo había dejado temblando. Salieron juntos. Caminaban en silencio. Elías le rozaba la mano con los dedos. Lo miraba de reojo. Frente al portal, Iván dudó. Un segundo después, su móvil vibró con un mensaje: “Fue un gusto conocerte, Iván. Hoy no dormimos, ¿va?” —No te asustes por sentir —añadió Elías—. Lo difícil es no mentirse. Y tú, Iván… tú estás apenas empezando. Se fue. En casa, Dani lo miró desde el sofá. —¿Todo bien? Iván asintió. —Fue… distinto. No se masturbó esa noche. Se tumbó en la cama, el pecho aún caliente, la polla dormida pero viva. Cerró los ojos. En sueños, volvía a la pista, pero el bar se desvanecía. Ahora era un lugar sin tiempo, envuelto en luces rojas y sombras profundas. Una cama baja, con sábanas negras. Elías lo esperaba allí, tendido, medio desnudo, con la camisa abierta y los labios entreabiertos. Iván se acercaba sin palabras. Su cuerpo se movía solo, guiado por algo más fuerte que él: hambre. Curiosidad. Fuego. Se inclinó sobre Elías. Empezó besándole el cuello, bajando por el pecho. Elías jadeaba bajo sus labios, sus dedos se ...
... aferraban a las sábanas. Iván descendía sin prisa, sintiendo el calor de su piel, el aroma masculino que lo envolvía. Cuando llegó a su vientre, besó justo sobre el borde del pantalón. Lo desabrochó lentamente, con una mezcla de temblor y determinación. Tiró de la tela hacia abajo, dejando al descubierto el sexo de Elías, erecto, brillante de deseo. Lo miró un segundo. Era hermoso. Humano. Vivo. Entonces lo lamió. Despacio. Desde la base hasta el glande. Sintió la textura, el sabor salado, la suavidad de la piel. Lo envolvió con la boca, primero tímido, luego más seguro, más profundo. Elías arqueaba la espalda, gemía su nombre, murmuraba en su acento cálido: —Ay, cabrón… no pares… chingao, qué rico lo haces… Iván se movía con ritmo, usando la lengua, las manos, toda su atención en el placer del otro. Por primera vez, no pensaba. Solo sentía. El poder de dar placer, de tomarlo, de estar allí con todo el cuerpo. Elías le tomó la cara, le susurró: —Súbete... quiero sentirte. Iván subió por su cuerpo. Se besaron con saliva y jadeos, el pene de Elías duro entre ellos, mojado por su propia boca. Cuando Elías entró en él, lo hizo con lentitud, con las manos firmes en sus caderas. Iván se dejó caer sobre él, encajando hasta el fondo, exhalando un gemido contenido. Cada movimiento era una ola que lo elevaba, que le arrancaba la piel vieja del miedo. Se movieron así, lentos y desesperados. Sudor, besos, caricias, mordiscos suaves en el cuello. Se hablaban con ...