El juego de los intercambios - Relatos Eróticos

El juego de los intercambios

Tengo setenta y seis años y me paso gran parte de mi actual vida empalmado cuando prácticamente mi erección está en franca decadencia. Quizás sea consecuencia de mis relatos o viceversa. Todos mis escritos en realidad son el mismo y éste que va a continuación vuelve a ser el que siempre he escrito. ¿Por qué mi repetido tema de intercambios? Creo que tiene que ver conque en mi última relación seria percibí más infidelidad de la que se me confesó y esa intuición negada me hizo más daño que la infidelidad, quizá por eso invento o imagino, no todo es inventado y apuesto por la infidelidad fiel aún sabiendo que no es perfecta.

Esta es una pequeña historia sobre un pecado hablando en términos religiosos que nos proporcionó mucho placer y quizás, solo quizás, tuvo consecuencias negativas a la larga en las dos parejas protagonistas. ¿Quién puede decir porqué pasa lo que pasa? Además todo va bien según se mire.

Estábamos pasando quince días de vacaciones con nuestros amigos. Nos llevábamos bien, extraordinariamente bien los cuatro. Mi pareja Teresa y yo estábamos en nuestro mejor momento. Germán y Aurora igual. Germán y yo eramos amigos desde niños y Teresa y Aurora se hicieron amigas íntimas desde el primer día. Dos años más tarde ambas parejas habíamos roto pero nuestra amistad seguía intacta, la de todos con todos, hasta Germán y Aurora, hasta Teresa y yo. Pero eso ya tiene poco que ver con esta historia o sí tuvieron que ver estos sucesos ¿quién sabe?.

El lugar donde ...

... veraneamos ese año era Vera, en un hotel muy particular, es un hotel nudista, el único en España, al menos no conocíamos otro. Estaba enclavado en una zona de camping, conjunto residencial y playa, a su vez, nudista. Teníamos un buen año económico y pudimos costearnos el hotel en vez de ir al camping que ya conocíamos, y al que llevábamos yendo los dos últimos años.

Habíamos contratado dos habitaciones comunicadas por un salón común.

Cuando no estábamos en la piscina, en la playa o durmiendo en nuestras habitaciones, estábamos en el salón hablando, bebiendo, discutiendo o jugando a cartas, nos gustaba especialmente el mus. Rara vez nos separábamos de día y si lo hacíamos era una separación por sexos, Germán y yo por un lado y Aurora y Teresa por el otro. Eran más bien las chicas que lo pedían para hablar de cosas de chicas. Nunca se me ocurrió preguntar a Teresa que eran esas cosas de chicas pero aprovechábamos para nuestras confidencias de chicos. Hablábamos de nuestras chicas o de temas más generales o discutíamos de política donde teníamos ideas diferentes.

Ese día la conversación se fue hacia el sexo o más bien hacia el erotismo. Alababa yo el cuerpo de la mujer en general, él me escuchaba y me apoyaba.

—A los sitios nudistas voy porque me gusta estar desnudo pero también por ver a la gente desnuda, sobre todo a las mujeres, tengo verdadera curiosidad por sus cuerpos. —Tengo que aclarar que fui yo el que inicié a todos en esa práctica del nudismo, a Teresa y ...