Lejos de casa (1. Llegando a una nueva tierra) - Relatos Eróticos

Lejos de casa (1. Llegando a una nueva tierra)

... el contexto de las siguientes semanas quedará más claro.

Poco a poco me fui adaptando a mi nueva vida. Empecé a disfrutar las caminatas matutinas, el comprar mi propia comida y cocinarla yo mismo, el trabajar con nuevas personas, las calles pintorescas de aquel pueblito. Cada mañana saludaba a Valeria y a Karla (al menos cuando estaban en la clínica) y cada que las encontraba en el comedor platicaba un poco más con ellas, todo profesional pero cordial. Karla era una chica un poco más tímida, Valería era demasiado abierta, pero juntas se complementaban a la perfección.

Mi corazón se ponía aún nervioso en presencia de la castaña, no estaba pensando en ligar o entablar un intento de relación, aun estaba un poco lastimado emocionalmente, pero me agradaba la idea de tener nuevos amigos de mi edad.

Y así pasaron las primeras 3 semanas de mi vida en ese nuevo lugar. Antes de terminar el primer mes, algunos trabajadores volvieron a tocar el tema “¿cuándo va a ser tu bienvenida? casi un mes y aún no hemos planeado nada” era la frase que escuchaba constantemente.

Y tienen razón- argumentó Valeria- casi ningún pasante ha tenido fiesta de bienvenida tan tarde… excepto aquellos que no tienen bienvenida. Aunque tu nos caes bien, tu mereces una bienvenida.

¿Y qué tiene en mente?- pregunté curioso. Jamás he sido demasiado sociable, ni adepto a las fiestas o las borracheras. Aquel pueblito era bien conocido por los ríos de alcohol que llegaban a fluir por sus calles en ...

... ciertas fechas.

¿Tal vez unas alitas? ¿Unas cervezas? Algo con los que nos caen bien en la clínica- dijo Karla.

¡Sí! Que sea este viernes- me miró, dudosa por un momento - ¿te puedes quedar el viernes? Te regresas temprano el sábado a tu casa

No me agradaba completamente la idea pero podría llegar a ser divertido.

De acuerdo, pero por única ocasión.

Perfecto, entonces el viernes, algo pequeño y discreto.

Y el viernes llegó. Terminó el día laboral y nos fuimos todos juntos a un pequeño pero muy agradable barecito convenientemente cercano a mi casa. Karla y Valeria estaban también y era la primera vez que las veía sin uniforme blanco. Valería llevaba una blusa blanca con volantes y unos jeans ajustados con los que descubrí por primera vez el buen trasero que tenía, y Karla llevaba una bluca verde sin mangas que dejaba elegantemente a la vista un escote discreto así como su maravillosa piel apiñonada, y unos jeans negros y ajustados que resaltaba su figura de forma maravillosa, casi babeo al verla.

Llegaron algunos otros trabajadores y comenzamos la convivencia. Todo empezó tal como se me había dicho, algunos pedimos comida, otros bebidas y la plática fue agradable. Conocí un poco de la historia de aquel pueblito, conocí a los trabajadores, de donde eran Karla y Valería… Más pronto que tarde aquel “algo pequeño y discreto” se ahogó en litros y litros de cerveza y bebidas que seguían llegando a la mesa.

Cuando empecé a sentir que me costaba trabajo mantener el ...