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Los maduros duros
Fecha: 29/12/2025, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Gimena, Fuente: TodoRelatos
Dos Maduros Me Dan Duro No sé qué me pasa últimamente. Todo empezó como algo normal. A mis 22 años, supongo que como cualquiera, siempre he tenido curiosidad por el sexo. Pero siento que mi cuerpo y mi mente están en otro nivel desde hace un tiempo. Es como si mi deseo se hubiera despertado de golpe y no pudiera apagarlo. Al principio me encantaba esa libertad, esa energía que me hacía sentir viva y poderosa. Explorar, fantasear y dejarme llevar era emocionante. Pero ahora, a veces me miro al espejo y me pregunto si esto es normal o estoy cruzando una línea roja. No es solo que piense en sexo más de lo que solía. Es que lo busco. Lo necesito. Si paso un día sin esa chispa, siento un vacío raro, como si me faltara algo esencial. Al principio, cuando lo dejé con mi ex, surgió la llama con mi hermano, dos años mayor. Solíamos tener relaciones incestuosas una vez al día. Luego fueron dos, por la mañana y por la noche, relaciones furtivas a espaldas de nuestros padres. Esto le daba emoción. La noche previa a mi 22 cumpleaños, hice un trío con mi hermano y un desconocido, que terminó convirtiéndose en mi nuevo novio. Desde entonces, me levanto por la mañana y voy a buscar a mi hermano a su dormitorio, para que me dé la primera ración de sexo diario. Luego, por la tarde o noche, lo hago con él y mi novio, un trío más. Esta rutina se repetía día tras día hasta que mi novio tuvo que ausentarse por negocios de la ciudad. Entonces suplí su ausencia con Lucas, un tipo que ...
... conocí en un bar. Esa noche lo hice con este y mi hermano. Pero, como he dicho, últimamente, no sé qué me pasa. Hace unos días, por ejemplo, estaba en un restaurante comiendo con dos amigas. En un momento dado, en lugar de prestar atención a la charla, mi mente se fue por completo a otro lado, a dos camareros que conversaban. Imaginé cosas con ellos que ni siquiera me atrevo a contar en voz alta. No pude resistirme. Buscando algo que calmara esa urgencia, fui al cuarto de baño a masturbarme. Funcionó por un rato, hasta que volví a experimentar la misma hambre. Cuando terminamos de comer, Sofía y yo fuimos a su casa. Necesitaba confesar lo que me pasaba y no quería que la otra lo supiera. Medio en broma, medio en serio, después de ponerla en antecedentes, le dije: —Creo que me estoy volviendo adicta al sexo. —Para mí que exageras —respondió Sofía—. Creo que solo estás descubriendo tu lado salvaje. —No estoy tan segura —repliqué con tono agrio—. Creo que no se trata de una de mis fases y que se me puede descontrolar. A veces me siento culpable, como si estuviera haciendo algo malo, aunque sé que no hay nada malo en disfrutar de mi cuerpo o mis deseos. La sociedad siempre nos dice que las mujeres no deberíamos querer tanto, que deberíamos contenernos. Pero qué pasa si lo quiero todo y me gusta ser así. »No obstante, esta situación me asusta un poco. No quiero que esto defina quién soy. No quiero que cada decisión que tome gire en torno a esa necesidad. Me ...