1. Los maduros duros


    Fecha: 29/12/2025, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Gimena, Fuente: TodoRelatos

    ... me he quedado atrapado con el gordo del 12A —bromeó, inclinándose un poco hacía mí.
    
    Me mordí el labio inferior, un gesto que me sale sin querer cuando estoy nerviosa o cachonda, y esta tarde, con el calor empezando a notarse en ese cubículo de mierda, era un poco de las dos sensaciones.
    
    —¿Te gusta lo que ves o solo estás mirando por mirar? —solté con un tono que era mitad reto, mitad invitación.
    
    El tipo dio un paso hacia mí, acortando la distancia hasta que nuestros cuerpos casi se rozaban.
    
    —Llevo meses viéndote por el edificio con ese culo de infarto y pensando en cómo sería meterte mano de una puta vez —confesó, con la voz grave y los ojos brillándole como si se estuviera imaginando el panorama.
    
    Yo no le rehuí; al contrario, levanté la barbilla y le miré fijamente a los ojos.
    
    —Pues deja de imaginar y ponme la mano encima porque no muerdo. Aunque, dependiendo de cómo te portes, es posible que no te libres de algún que otro mordisco — respondí, y esto fue como prender una mecha.
    
    El tipo no se lo pensó dos veces: me plantó la manaza en el culo, apretándolo tan fuerte que sentí sus dedos clavarse en mis carnes; la otra subió a una de mis tetas, amasándola por encima de la blusa como si quisiera arrancármela. Yo gemía de gusto y me contorneaba como una serpiente. El tipo, notándome tan animada y predispuesta, murmuró que era una zorra de primera y se pegó más a mí, hasta que noté la polla dura contra mi muslo, incluso a través de la bermuda.
    
    Solté un ...
    ... gritito, sorprendida de lo rápido que se me había mojado el coño con ese contacto tan bruto. Entonces, sin poder evitarlo, bajé al barro de la vulgaridad asegurando que tenía un rabo descomunal, añadiendo que era un cabrón y preguntando si lo usaba o solo lo paseaba, todo esto al tiempo que metía la mano derecha dentro de su pantalón y le agarraba la verga. La percibí morcillona, caliente y palpitando como si tuviera vida propia.
    
    Mis palabras fueron espontáneas pero punzantes, tanto que hicieron mella en su orgullo varonil. Entonces, mientras yo empezaba a pajearlo con movimientos lentos pero firmes, aseguró con tono amenazante que la usaba y que me iba a follar hasta partirme en dos.
    
    El calor en el ascensor subía por momentos, y el aire se estaba poniendo espeso, cargado de un olor a sudor y tensión que nos tenía a los dos al límite. Yo le apreté la polla un poco más, robándole un gruñido.
    
    —Como sigas así, voy a correrme antes de empezar —confesó el tipo, pero yo solo sonreí como una zorra y aceleré el ritmo.
    
    Metidos en faena y con el ascensor convertido en un puto horno, este comenzó a moverse de improviso, se detuvo un par de segundos después y por un milagro de mierda las puertas se abrieron. Al otro lado apareció un tipo flaco pero fibrado, joven, con tatuajes en los brazos y cara de pillo, de esos que siempre están tramando algo. Vestía una camiseta de tirantes negra y un pantalón de deporte. Al ver la escena, se quedó con la boca abierta, como si acabara de ...
«1234...8»