Bajo el Sol de la Traición - Capítulo 19 ☀️🔥 - Relatos Eróticos

Bajo el Sol de la Traición - Capítulo 19 ☀️🔥

... Observé a Sophie absorta en su teléfono. Observé la distancia a la puerta, la silla, mis ataduras.

El miedo seguía ahí, como un nudo frío en mi estómago, pero ahora se mezclaba con una determinación gélida. Me habían subestimado. Me creían doblegado por mi supuesta ruina económica y ahora por la fuerza y las drogas. No sabían de mi odio creciente. No sabían que mientras ellas se perdían en sus vicios y su arrogancia, yo estaba buscando, esperando.

Tenía que haber una salida. Una debilidad en las ataduras, un descuido por parte de ellas, un momento. Solo necesitaba un momento. Esperaría. Observaría. Y en cuanto tuviera la más mínima oportunidad, actuaría. La espera sería una tortura, pero la alternativa era mucho peor.

El tiempo seguía pasando en esa habitación anónima y opresiva. La niebla en mi cerebro inducida por la droga iba y venía, a veces dejándome pensar con más claridad, otras sumiéndome en una confusión mareante. El dolor en mi costado era una presencia constante, y ahora, mis muñecas atadas a la espalda comenzaban a doler de verdad, tenía la circulación cortada y los dedos entumecidos.

Alice seguía absorta en su teléfono, mientras Sophie había vuelto a la carga con el polvo blanco sobre la cómoda, alternando entre preparar más líneas y mirarse en un pequeño espejo de mano. Parecían haberse olvidado de mí momentáneamente, seguras en su control. Era hora de intentar algo.

Comencé a moverme incómodamente en la silla, soltando un quejido bajo y, ...

... esperaba, convincente.

—Ah... mis manos... —murmuré, dejando que mi voz sonara débil y quejumbrosa—. Por favor... no las siento... me aprietan demasiado...

Alice levantó la vista de su teléfono con fastidio.

—Oh, be quiet —masculló.

—De verdad... me duelen... mucho —insistí, intentando torcer las muñecas visiblemente—. Y... y la herida... creo que el movimiento... creo que está sangrando otra vez bajo la venda. Duele más.

Esta vez, ambas me miraron. Sophie se acercó con cautela, observando mi costado por encima de la camiseta. Aunque probablemente no veía nada, mi actuación pareció sembrar una mínima duda.

—¿Sangrando? —repitió Sophie, mirando a Alice—. Marco dijo... mantenerlo... okay.

Alice puso los ojos en blanco, claramente drogada y perdiendo la paciencia.

—Fine! Whatever! ¡Bien, lo que sea! —dijo, acercándose—. Te soltaremos las manos para que no llores más, drama queen. Pero ni se te ocurra una estupidez, ¿okay? No funny business. Seguimos aquí.

Con dedos algo torpes, Alice manipuló los precintos o la cuerda que sujetaban mis muñecas. Sentí cómo la presión cedía y la sangre volvía a circular, un hormigueo doloroso pero bienvenido. Flexioné los dedos disimuladamente en cuanto pude, recuperando la sensación. Un pequeño paso.

—Mucho mejor, ¿no? —dijo Sophie con sarcasmo.

—Sí… gracias —murmuré, manteniendo mi papel de víctima sumisa.

—Ahora, a la cama —ordenó Alice, agarrándome bruscamente del brazo—. Estarás más cómodo y menos… ...