Bajo el Sol de la Traición - Capítulo 19 ☀️🔥 - Relatos Eróticos

Bajo el Sol de la Traición - Capítulo 19 ☀️🔥

... completo.

Era Esperanza.

Estaba envuelta en una bata de seda blanca del hotel. Su cabello oscuro caía revuelto sobre sus hombros, y distinguí unas pronunciadas ojeras bajo sus ojos. No parecía haber dormido mucho. Olía a una mezcla extraña de perfume caro, quizás algo de humo de tabaco, y ese olor rancio y dulzón de la fiesta. Pero fue su mirada lo que me golpeó. Cautelosa, sí, pero con un brillo febril, una dilatación en sus pupilas que no encajaba con la luz tenue del pasillo. Un desafío latente mezclado con una energía casi... artificial.

Un recuerdo me golpeó con la fuerza de un puñetazo, tan vívido que por un instante el pasillo del hotel se transformó en el baño de aquella discoteca de playa en Punta Cana, durante nuestra luna de miel. La encontré allí, después de que se escapara "a tomar aire".

Sus ojos eran idénticos a los que veía ahora: demasiado brillantes, la mirada perdida y a la vez desafiante. Su risa había sido demasiado estridente, sus movimientos demasiados desinhibidos. Recuerdo mi propia voz, cargada con una decepción que creía haber enterrado hacía años:

—¡Esperanza! ¿Qué has hecho? ¡Me lo prometiste!

Y la suya, llena de lágrimas que entonces me parecieron sinceras, suplicando perdón

—No volverá a pasar, Samuel, te lo juro... ¡Fue solo esta vez! ¡Déjame demostrarte que puedo parar!

La promesa en la que yo, ingenuamente, había creído: Ella tenía un problema con las drogas.

El recuerdo se desvaneció tan rápido como llegó, pero ...

... dejó un sabor amargo a ceniza en mi boca y una certeza helada instalándose en mi pecho. No era solo la traición con Marco. Era esto. Había vuelto a caer. Y probablemente llevaba días así, tal vez alimentada por Alice, Sophie, quizás incluso por Marco. ¿Cuánto de la mujer que tenía delante era realmente Esperanza y cuánto era el efecto de las sustancias que recorrían su cuerpo?

La revelación, o más bien la confirmación de mi peor sospecha, cambió algo dentro de mí. La rabia seguía allí, pero ahora se mezclaba con una profunda y dolorosa lástima, y con una frialdad nueva.

—¿Vas a dejarme pasar o vamos a 'aclarar' las cosas aquí en el pasillo? —dije, con mi voz sonando más áspera, más distante de lo que pretendía.

Esperanza pareció sorprendida por mi tono, o quizás simplemente reaccionó al silencio prolongado. Parpadeó, y finalmente se apartó, abriendo la puerta por completo para dejarme entrar en la habitación en penumbra.

Crucé el umbral, adentrándome en la atmósfera cargada de la habitación, sintiendo que no solo entraba en un espacio físico, sino en el epicentro de todas las mentiras y traiciones, armado ahora con el doloroso conocimiento de su recaída. La conversación que venía, fuera cual fuera su pretexto inicial, se desarrollaría sobre un terreno mucho más complejo y turbio de lo que había imaginado. Y mi misión secreta, recuperar el collar, adquirió un matiz diferente: ya no era solo recuperar algo valioso, era quizás rescatar el último símbolo material de un ...