Bajo el Sol de la Traición - Capítulo 19 ☀️🔥 - Relatos Eróticos

Bajo el Sol de la Traición - Capítulo 19 ☀️🔥

... al otro lado de la cama. Mi trayectoria me llevó a pasar a un par de pasos del tocador situado contra la pared. Caminé despacio, exagerando un poco la cojera para justificar mi lentitud, mientras mis ojos se desviaban hacia la superficie de madera oscura.

Allí estaba. Parcialmente oculto bajo un fular de seda olvidado y algunos envases de maquillaje, reconocí su joyero de viaje de cuero marrón. El corazón me dio un vuelco. La probabilidad de que el collar de aguamarina estuviera dentro era altísima; era donde solía guardar las piezas más valiosas cuando viajábamos. Mantuve la expresión neutra, continuando mi camino hacia el baño como si nada. ¿Esperanza se habría dado cuenta de mi rápida mirada? Imposible saberlo.

Entré en el baño y cerré la puerta, no por privacidad, sino para ganar un segundo y pensar. Me apoyé en el lavabo, respirando hondo. El reflejo en el espejo me devolvió la imagen de un hombre desesperado. Tenía que conseguir ese collar. Era más que el dinero, era... recuperar algo, cualquier cosa, de la humillación, de la inversión emocional y económica tirada por la borda. Pero, ¿cómo? ¿Salir y simplemente cogerlo? Demasiado obvio, demasiado arriesgado.

Me lavé la cara con agua fría, intentando aclarar mis ideas. Tenía que volver ahí fuera, mantener la conversación, esperar una oportunidad. Salí del baño, forzando una expresión de calma.

Esperanza seguía en el borde de la cama, pero había apagado su cigarrillo y ahora me miraba con una intensidad ...

... diferente, calculadora. Parecía haber reunido el valor para decir lo que realmente quería.

—Bueno, Samuel —dijo, su tono ahora falsamente conciliador—. Ya que estamos hablando de 'organizar' y de Daniel... he estado pensando mucho. En nosotros. En el futuro.

Hizo una pausa dramática. Mi instinto me gritaba que lo que venía no me iba a gustar.

—Quizás... quizás hay otra manera de manejar esto —continuó, escogiendo las palabras con cuidado—. Una forma más… moderna. Menos destructiva para todos, especialmente para Daniel. Podríamos... podríamos seguir casados, ¿sabes? Mantener las apariencias, la... estabilidad que él conoce. Los papeles, la cuenta… todo seguiría igual en ese sentido.

La miré, incrédulo. ¿Adónde quería llegar?

—Pero… —prosiguió, y aquí venía el quid de la cuestión— podríamos darnos… libertad. Espacio. ¿Entiendes? Yo necesito… necesito explorar otras cosas, Samuel. Ser libre. Vivir un poco, después de tanto tiempo sintiéndome… atrapada —su mirada se endureció ligeramente—. Y bueno… tú también podrías… hacer tu vida. Salir con quien quieras. Sin preguntas, sin celos.

Ahí estaba. La propuesta de Alice y Sophie, servida por mi propia esposa. Una libertad convenientemente unilateral. Querían que yo, el marido supuestamente arruinado, aceptara que ella se acostara con Marco (y quién sabe quién más) a cambio de mantener los beneficios superficiales del matrimonio. Mi silencio, mi supuesta falta de opciones, era la clave de su plan. Mi estómago se revolvió ...