1. Bajo el Sol de la Traición - Capítulo 19 ☀️🔥


    Fecha: 29/12/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Vespero, Fuente: TodoRelatos

    ... de asco y de rabia. Su egoísmo era monumental.
    
    —Libertad… —repetí, mi voz sonando hueca, mientras mi mirada se desviaba instintivamente hacia el tocador donde reposaba el joyero—. ¿Eso es lo que crees que necesitamos? ¿Libertad… sin ataduras?
    
    Fingí sopesar su propuesta, la idea de esa "libertad" unilateral revolviéndome el estómago.
    
    —Libertad… —repetí, mi voz deliberadamente neutra, casi pensativa—. Es… mucho que procesar, Esperanza. No sé si… si podríamos funcionar así.
    
    Comencé a caminar lentamente por la habitación, como si necesitara moverme para pensar, acercándome disimuladamente al lado de la cama donde estaba el tocador. Ella me siguió con la mirada, quizás esperando una señal de rendición.
    
    —Piénsalo, Samuel —insistió ella—. Sería más fácil. Para todos. Sin dramas, sin peleas…
    
    —¿Sin dramas? —no pude evitar un deje de sarcasmo—. ¿Después de lo que pasó en esa discoteca?
    
    Quizás fue el dolor real en mi costado, o la tensión nerviosa, o una torpeza repentina y providencial, pero mi pie tropezó ligeramente con el borde de la alfombra gruesa, justo al lado del tocador. Me tambaleé visiblemente, y para mantener el equilibrio, mi mano se apoyó bruscamente sobre la superficie del mueble, golpeando una pequeña lámpara de lectura que cayó al suelo con un ruido sordo, aunque amortiguado por la alfombra.
    
    —¡Ay! ¡Ten cuidado, Samuel! —exclamó Esperanza, con su atención desviada instantáneamente hacia la lámpara caída.
    
    Era mi oportunidad. Mientras me ...
    ... agachaba aparatosamente para recoger la lámpara, quejándome en voz baja del dolor en el costado para hacer la escena más creíble, mi otra mano se movió con la rapidez de un rayo hacia el joyero de viaje de cuero marrón. Mis dedos, torpes por la adrenalina, tantearon el cierre. Cedió con un clic casi inaudible. Metí la mano dentro, buscando a ciegas la cadena fría, la piedra facetada. ¡Allí estaba! El inconfundible tacto del collar de aguamarina. Lo agarré con fuerza y lo deslicé en el bolsillo de mi pantalón prestado en una fracción de segundo, justo cuando me incorporaba, colocando la lámpara de nuevo en su sitio con un ligero temblor.
    
    —Lo siento… torpe de mí —dije, frotándome el costado y fingiendo una mueca de dolor más intensa—. Creo que… creo que la herida me está afectando más de lo que pensaba. Me siento un poco mareado.
    
    Esperanza me miró, entrecerrando ligeramente los ojos. Había una sombra de sospecha en su mirada. ¿Había visto algo? ¿O simplemente le extrañaba mi repentina palidez y torpeza?
    
    —¿Estás bien? —preguntó, su tono ahora menos seguro, más inquisitivo—. Te pusiste pálido de repente.
    
    —No, no realmente —respondí rápidamente, aprovechando la excusa—. Creo que… tienes razón. Necesito pensar en todo esto. En tu… propuesta. Pero ahora mismo… necesito descansar. No me siento bien. Será mejor que me vaya.
    
    Sin esperar su respuesta, me dirigí hacia la puerta con la mayor rapidez que mi cuerpo dolorido y mi necesidad de parecer casual me permitían. Cada paso ...
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