1. Consolándome con mis compañeros de estudios (2)


    Fecha: 29/12/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Daniela, Fuente: CuentoRelatos

    ... acariciando mis nalgas.
    
    Así como me tenía empecé a moverme suave y lento, moviendo mi cadera hacia arriba y abajo para sentirlo invadirme con su deliciosa estaca; empecé a gemir muy suavecito para mostrarle lo mucho que estaba disfrutando, mientras él seguía mamando mis duras tetas y acariciaba todo mi cuerpo, desde mis nalgas hasta mis piernas y mi espalda.
    
    Era deliciosa la manera de cogerme de este chico, me disfrutaba y me hacía gozar, aprovechando la posición en la que estaba, yo encima de él, me podía mover a mi antojo, y quitándole la camisa lo dejé desnudo solo con sus pantalones caídos en sus tobillos pues no le había dado tiempo ni de quitárselos. Así empalada disfruté jugando al sube y baja y dándome de sentones en esa rica verga entrando y saliendo de mi estrecho coño y frotando mi clítoris en los movimientos que me gusta hacer cuando estoy arriba de mi amante. Hasta que no aguanté más y me entregué a un extraordinario orgasmo, haciéndole sentir las fuertes contracciones de mi panochita cuando estoy viniéndome.
    
    Martín me dejo terminar mirando mi rostro cachondo, oyendo mis gemidos de placer y dándole mi lengua en sus labios mientras disfrutaba derramando más mis jugos, que bañaban su verga en mi interior. Deslizándome de su miembro me lo saqué y poniéndome de pie ante él, le mostré mi bollo escurrido de mis jugos:
    
    —Ven papacito, vamos a mi recámara, allá me cojeras más rico y como a ti te gusta…
    
    Al decirle esto me di vuelta y agachándome un poco me ...
    ... abrí las nalgas y le mostré mi anito contraído, ante esta invitación de mi parte, Martín se puso de pie, me dio una fuerte nalgada, se quitó el pantalón y así desnudos los dos nos dirigimos a mi habitación conyugal. Al caminar yo frente a él movía más mis nalgotas para hacerle sentir mis deseos de ser enculada. Al entrar a mi recámara, me acosté separando mis muslos y le mostré mi raja mojada; él se abalanzo de inmediato y sentí su lengua caliente hurgando los pliegues de mi chocho, me hizo gemir y siguió con su tratamiento, chupando y sorbiendo los jugos que destilaba mi panocha.
    
    Cuando me sentí como perra en celo, lo hice girar quedando mi bollo encima de su rostro y aproveché para mamar su garrote en un rico 69; le succioné la cabezota deliciosamente y lo sentí estremecer. Mis largas uñas arañaron sus testículos muy duros y contraídos, lamí todo su tallo y también sus huevos cubiertos por una áspera pelambrera al igual que su pubis; mientras él me comía la pucha como un perro hambriento, mientras sus manos me abrían y apretaban las nalgas y un dedo travieso me acariciaba el ano fruncido y lograba entrarme estimulando mi esfínter que se contraía de anticipado placer.
    
    —Cógeme mi vida, quiero sentir esa verga hasta lo más profundo de mi cueva… ¡Soy tuya papito, hazme de nuevo tu puta!…
    
    —¡Mira lo que te vas a comer, hija de la chingada!… —dijo bamboleando su nabo que aún escurría mis babas.
    
    Me escapé de él y me acosté de espaldas ofrendándole mi vagina abierta; él ...
«12...456...»