El secreto de mi vecina Patricia
Fecha: 04/05/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... prometí, asustado. — Más te vale. — dijo, disminuyendo la presión. — Además te conviene, si me querés seguir cogiendo… — agregó, y empezó a acariciarme el prepucio y el glande, dándome un placer intenso, que yo nunca había descubierto en mis noches de pajas. — Sí, voy a venir a visitarte seguido. — le dije. — Dale, secate y vení a la cama. Hice lo que me dijo, ella estaba con su cuerpo generoso acostada, con las piernas flexionadas, y una casi sonrisa dibujada en sus labios. Se había quitado el babydoll. Me desnudé y fui por ella. Lo primero que hice fue darle un beso en la boca, mientras le acariciaba las tetas. Ella metió su lengua en la mía, y me masajeó. Luego enterré mi nariz entre sus tetas, sintiendo el olor fresco de su piel, y percibiendo su suavidad. Patricia se desabrochó el corpiño, y con un gesto me invitó a que lama sus pezones. Eran puntiagudos, y yo jugaba con ellos, lamiéndolos, pellizcándolos, y mordiéndolos. Mientras tanto mis manos recorrían su escultural figura. Las mamas estaban duras, las piernas, depiladas y firmes. Cuando mis dedos recorrían sus caderas y subían hasta la cintura, sentía vértigo al recorrer esas pronunciadas curvas. Ella me acariciaba la espalda y me regalaba un gemido cuando tocaba o besaba alguna parte que le daba placer. En un momento quedé debajo de ella, y aproveché para acariciar sus nalgas. Eran grandes, dos melones duros y jugosos. Patricia me besó el cuello. Un beso dulce, que me dejó una huella de saliva. Luego me dio otro ...
... más abajo, y otro, y otro. Cuando llegó a mi tórax lamió todo su largo y luego me chupó el pezón, cosa que, para mi sorpresa, me encantó. Le pedí que lo hiciera de nuevo, y ella así lo hizo, y luego me mordió, igual a como había hecho yo, generándome un increíble placer doloroso, al cual retribuí pellizcándole el culo con fuerza. Luego agarró mi palanca, envolviéndola con su mano, mientras sus besos iban más y más abajo. Cuando llegó a mi pelvis, me miró con sus pequeños ojos azules mientras seguía sosteniendo mi verga. Yo asentí con la cabeza, y ella se metió el sexo en la boca. Lo envolvió con sus labios, mi sexo reaccionó empinándose aún más. La lengua saboreó el prepucio, mientras una mano hacía tiernos masajes a los testículos. Estaba en el cielo. Ella me miraba de reojo cuando yo me estremecía de placer. Me masturbaba mientras me la mamaba, y se iba metiendo la verga cada vez más adentro, hasta tragarla casi en su totalidad. Mi respiración se tornó entrecortada cuando el orgasmo estaba próximo a llegar. — ¿Ya vas a acabar? — Me pregunto. — Sí, no aguanto más. — Te voy a dejar acabar en mi cara por esta vez. Mi sexo escupió tres potentes chorros de semen, que fueron a estrellarse en sus pómulos, y labios. — Me lavo la cara y vuelvo. — dijo. Escuchaba el ruido del correr del agua, mientras la esperaba. Todavía no caía. Lo único que me impidió disfrutar de ese momento más de lo que disfruté, fue el hecho de sentir que todo era irreal. ¡Era demasiado bueno para ser cierto! ...