El secreto de mi vecina Patricia
Fecha: 04/05/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... grande. β Eso te va a costar más caro. β me dijo, sin dejar de hamacarse, dirigiendo una mirada a los veinte pesos que estaban sobre la mesita de luz. β Son tuyos. β le dije. β ¿me vas a entregar el culo? Patricia interrumpió su cabalgata, se dio la vuelta, y se puso en cuatro. β Metémela despacito, que la tenés muy grande. Me acerqué a esos glúteos preciosos. Agarré una nalga con una mano, y se la separé de la otra. Con la otra mano sostenía mi miembro, para apuntarlo hasta ese agujero delicioso. Se lo clavé. La cabeza entró entera, con suma facilidad, pero esta vez sentía la presión de las paredes del ano en mi sexo. La penetré un poco más. β ¡Ay! β gritó. β despacito. ¡Ay! βese pedido despertó una calentura retorcida en mí. Se la metí más adentro. β ¡Ay, no! Despacio. β pero yo enterré aún más mi sexo. Sus gritos de dolor me fascinaban más que sus gemidos de excitación. Le estrujé las nalgas con fuerza, a medida que mis movimientos pélvicos, hacían entrar y salir mi verga de adentro suyo. β ¡Ay, soltame, no doy más! β Suplicó patricia, a los pocos minutos de haber empezado a encularla. β soltame, soltame, soltame. βrepetía una y otra vez, pero su súplica sonaba tanto a dolor como a placer, extendía la letra βaβ mucho, en un sonido parecido a un orgasmo. No le hice caso, se la metí una y otra vez, pero a pesar de hacerlo con suavidad, ella chillaba. Dejé de penetrarla unos segundos, porque sentí que estaba a punto de acabar y quería retener el orgasmo. β ¿Acabaste? β Me ...
... preguntó. β No. β ¿No? pero ya no doy más. No me hagas más el culo. β Ya te pagué, bancatela. β retruqué, mientras se la metía de nuevo. La Patricia mandona había desaparecido. De repente empezó a llorar como una nena de diez años. β Acabá, por favor acabá, no doy más, acabá, acabá. β sus llantos infantiles se mezclaban con los gemidos de hembra que largaba cada vez que la embestía. β ¡ay no, basta! Por favor. β Pero a pesar de sus palabras, no hacía nada para evitar que siga culeándola. β Acabá ya, acabaaaaa. Quise reprimir de nuevo el orgasmo, pero no aguanté más. Largué una eyaculación mucho más potente que la primera, con mi pija todavía adentro suyo. β Sos terrible, pendejo. β me dijo, tirada en la cama, exhausta. Apenas podía hablar, las palabras salían entrecortadas por la agitación. β Perdón. β dije yo, que una vez satisfecho, volvía a ser el mismo chico sumiso de siempre. β No importa β Me dijo ella. β me gustó. Me dolió mucho, pero me gustó. Ahora no voy a poder entregar el culo por un buen tiempo. Nos quedamos conversando hasta que se cumplió la hora. β ¿De verdad no le vas a contar a nadie? Mirá que me arruinas la vida si lo hacés. β me preguntó, con los ojos brillantes. β y por favor, decile a tu amigo que no diga nada. β No vamos a decir nada, quedate tranquila. Además quiero seguir visitándote. Y Juan también quiere. β Podemos hacer un trío si quieren, otro día. β Sería interesante. β Admití. Volvimos con Juan, satisfechos. Yo le di los detalles de todo lo que ...