1. Mi secretaria


    Fecha: 24/05/2018, Categorías: Control mental, Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... venir mañana a mi casa. ¿Porqué estaba tan empeñada en aquello? ¿Para qué diantres tenía que ir a su casa? ¿Creía realmente que podía obligarme a ir? - De acuerdo, de acuerdo. Iré, pero no paressss... ¿Había dicho yo aquello? Me horroricé al comprobar que así había sido. No podía dejar de mirar sus pies mientras realizaban su placentero trabajo con mi sexo. Cada vez me sentía más y más excitado. - Muy bien, así me gusta. Te has portado bien, y voy a darte tu recompensa. Vas a correrte, como nunca antes en toda tu vida te habías corrido. Te gustan mis pies y vas a correrte gracias a ellos, y cuando lo hagas, tu vida nunca volverá a ser la misma. Vas a correrte... ¡ahora! Justo en el instante en que ella lo dijo, los espasmos comenzaron a recorrer mi cuerpo. El placer era increíble. Nunca antes había sentido un orgasmo como aquel. Mientras me corría, sus pies seguían presionando sobre mi pene, al ritmo de las convulsiones, causándome aún más goce, si eso era posible. Después de cuatro o cinco sacudidas, mi cuerpo quedó sin fuerzas, exhausto en el sillón. Yo seguía mirando sus pies como un pajarillo hipnotizado por una serpiente mientras notaba como una mancha húmeda aparecía en mis pantalones. El semen había quedado todo en mi ropa interior y comenzaba a dar muestras de su existencia. Con la voluntad rota y mi cuerpo sin fuerzas, como una marioneta, la miré mientras sus hermosos pies volvían a introducirse dentro de sus increíbles zapatos, y sus más aún hermosas piernas la ...
    ... llevaban hacia la puerta del despacho. - A las ocho y media. Tienes mi dirección sobre tu mesa. Hasta mañana, jefe. Con una diabólica sonrisa en su boca, cerró la puerta y me dejó solo con mi angustia, y con mis pantalones mojados de semen. Cuando estaba a punto de llamar al timbre me pregunté, por enésima vez en la noche, el motivo por el que mi cuerpo se había dirigido allí. Era como si mi mente no tuviera ya el control de mis músculos, o como si, inconscientemente, fuera impulsado por una fuerza misteriosa y me viera impelido a realizar cosas contra mi voluntad. Haciendo un último esfuerzo, intenté no tocar el timbre de la puerta, pero fue en vano. La odiosa campanilla sonó cuando mi dedo presionó sobre el botón. Pese a todo, no estaba preparado para la visión que me esperaba cuando se abrió la puerta. Una mujer me miraba con cara de odio. Le devolví la mirada, pero con temor en mis ojos, mientras me daba cuenta de que llevaba los pechos al aire. Dos tiras de cuero se cruzaban entre sus pechos para desaparecer tras su espalda. No llevaba pantalones, ni falda, ni siquiera bragas. Solamente un liguero negro, unas medias del mismo color, y unos inconcebibles zapatos negros con un tacón de aguja de más de 10 centímetros de altura. Pero lo que más me sorprendió fue que los ojos que con tanto odio me miraban eran los de Laura, la eficaz secretaria que de alguna forma me había hecho ir hasta su casa, después de proporcionarme el mejor orgasmo de toda mi vida. - ¡Entra, cerdo! Sus ...
«12...567...11»