Heil mama (Cap. 2)
Fecha: 12/06/2018,
Categorías:
Incesto
Sexo con Maduras
Autor: DocJoliday, Fuente: CuentoRelatos
... tantas, parloteando y seguramente contándole obscenidades, intentando pervertirla con historias de su alegre vida de divorciada en la gran ciudad, y para colmo provocando que su hijo tuviese fantasías depravadas. Pero se iba a enterar esa guarra. Al fin y al cabo yo era el hombre de la casa, y era mi deber poner orden. —Oye, mamá —dije, después de dar un largo sorbo al café —. ¿Cuánto tiempo va a quedarse la tita Merche? —Pues no sé. Puede que un par de meses. ¿Por qué lo dices? No te molesta que esté aquí con nosotros, ¿verdad? —dijo mamá. Su pregunta sonó casi como una súplica. —Claro que no. Es solo que... Bah, no importa. —¿Qué pasa, tesoro? Vamos, dímelo. —El caso es que... Anoche me levanté a beber agua y ella estaba aquí haciéndose un sándwich —relaté, bajando un poco la voz. —Ah, sí, hijo. Anoche estuvimos hablando hasta las tantas y le entró hambre. Ya sabes cómo le gusta hablar a tu tía, que empieza y no para. Y lo que come. No sé cómo puede tener tan buen tipo comiendo tanto. No te despertaríamos, ¿verdad? —No, no es eso. La cosa es que... Apenas iba vestida —dije al fin, saboreando el comienzo de mi pequeña venganza —. No es que a mí me moleste, mamá. Y ya sé que lleva mucho tiempo viviendo sola y está acostumbrada a ir así por casa, pero en fin... Creo que aquí debería taparse un poco. Mi madre me miró durante unos segundos, con una expresión muy seria en su adorable rostro de querubín. Finalmente asintió muy despacio. —Tienes razón. Cuando la vi salir de la ...
... habitación tan ligera de ropa estuve a punto de decirle algo, pero no pensé que estarías levantado. Aun así, tienes razón, esta es una casa decente y no puede pasearse en lencería como si nada. Descuida, hablaré con ella. —Pero no le digas que te lo he dicho yo, o va a pensar que soy un carca —dije, aunque en realidad me importaba un carajo lo que mi tía pensase de mí. —Tranquilo, no se lo diré. Asentí y continué desayunando. Hacer que llevase más ropa no era gran cosa, pero al menos sabría que no estaba en su propia casa y no podía comportarse como le viniese en gana. Levanté la vista del plato y reparé en que mi madre estaba sonriendo, una sonrisa tierna y melancólica, mientras me miraba a la cara. —¿Qué pasa, mamá? —pregunté. —Oh, nada, cariño. Es que a veces me recuerdas mucho a tu abuelo. No supe que decir, así que seguí comiendo. Apenas recordaba a mi abuelo materno, pues había muerto siendo yo muy pequeño, pero había visto fotos suyas. Era un tipo bastante guapo y elegante, y todos decían que era muy estricto y serio. Supuse que parecerme a él era algo bueno, y por la expresión de mi madre estaba claro que a ella le gustaba que me pareciese a él, así que definitivamente era algo bueno. Me fui a clase y durante el resto de la mañana apenas volví a pensar en asuntos domésticos. Pero no paraba de darle vueltas a otro asunto: aquel negro enorme que nos había dejado en evidencia a mis amigos y a mí. Teníamos que vengarnos, desde luego. Nadie dejaba en ridículo a cuatro ...